UBICACIÓN DE LA TUMBA DEL OBISPO MONSEÑOR SANTIAGO HERNÁNDEZ MILANÉS
Discurso de orden con motivo de la incorporación como Individuo de Número de la Academia de Mérida, Sillón 14
Por: Dr. Rosendo Camargo Mora
Distinguido Auditórium: hubo en los tiempos coloniales de esta Mérida, una iglesia, cuya historia se inició con el entierro de un importante visitante en 1655, y se derrumbó cuando murió otro ilustre de nuestra ciudad en 1812. Bajo sus ruinas, hoy cubiertas por siglos de urbanismo, posiblemente reposan sus restos y en esta tarde, quisiera compartir con ustedes la historia de la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza de Mérida, con la intención de buscar indicios, que nos permitan ubicar los restos que allí reposan.
En esta Iglesia, el Obispo Hernández Milanés, en el año de 1810, bendijo las primeras banderas republicanas, cuando se declaró la Independencia de España, pero su conciencia encaró el dilema, entre su juramento de fidelidad al Rey y la necesidad del Pastor de permanecer al lado de su grey para protegerlos de la guerra que avizoraba.
El título “ENTRE LA MONARQUIA Y LA REPUBLICA” del libro de la Doctora Ana Hilda Duque, establece, en una corta frase, el período de sufrimiento moral de su biografiado, Monseñor Santiago Hernández Milanés, durante los dos primeros años de esa transición, atormentado por el desasosiego diario, por las noches de insomnio o de pesadilla, que le hacían añorar los idílicos tiempos en Macotera, cuando era un simple cura de pueblo.
El terremoto del 26 de Marzo de 1812, puso fin a ese infierno, cuando huía de su palacio que se derrumbaba y una viga desprendida, le cegó la vida.
Dos años después, los dos integrantes del Cabildo Eclesiástico de Mérida, que permanecían en la Ciudad, amparados por las tropas Patriotas, el 2 de Agosto de 1814, dispusieron la exhumación de los restos del Ilustrísimo Monseñor Santiago Hernández Milanés1, cuarto Obispo de Mérida, muerto durante el terremoto, y enterrado, precipitadamente, bajo el pavimento de la Iglesia de la Orden Tercera de San Francisco2, para ser trasladados a la Iglesia del Seminario, con todos los honores y actos previstos para el entierro de tan relevante figura, que no se pudo hacer en aquella ocasión, por las amenazantes réplicas del sismo.
La inestabilidad política, producto de la Guerra de Independencia, hizo huir a estos miembros del Cabildo Eclesiástico3, al ser ocupada la ciudad por las tropas del ejército realista, en Septiembre de 1814, y posiblemente, el traslado no pudo efectuarse4, por lo que se des-conoce, donde se ubican los restos del Obispo, que yo supongo, dentro de la desaparecida iglesia, cerca de su puerta principal, por no haberse atrevido el cortejo a avanzar al interior del templo, medio derrumbado.
La Iglesia, había sido hasta el año de 1782, del Convento Franciscano de la Virgen del Pilar de Zaragoza de Mérida5, pero la denominación más frecuente, y quizás única con que se conoce, es Iglesia del Convento de San Francisco o simplemente Convento de San Francisco6, borrando de la memoria colectiva, el sueño de sus patronos fundadores, de construir, bajo la advocación de la Virgen del Pilar de Zaragoza, una iglesia en Mérida.
Parto de la hipótesis, que si se conociera la ubicación de la mencionada iglesia, podríamos aproximar la de la tumba, situándola en el eje de aquella y próxima a su puerta principal, en atención al peligro que corría el cortejo fúnebre, si se adentraba en la iglesia en ruinas mi-entras se sucedían las réplicas del temblor.
Sr. Presidente de la Academia de Mérida: permítame iniciar mi disertación sobre la desaparecida Iglesia de la Virgen del Pilar de Zaragoza, erigida en esta Ciudad a finales del siglo XVII, reconociendo que su comentario favorable sobre el interés del tema escogido, me animó a continuar en la búsqueda de información sobre la historia de dicha edificación. Confianza que creció al escuchar en el discurso del Excelentísimo Monseñor Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo, al recibir el Doctorado Honoris Causa que le otorgó la Universidad de los Andes, la referencia a sus inicios, cuando Fray Ramos de Lora, primer Obispo de Mérida, albergó en el convento de los Franciscanos, arruinado parcialmente, las primeras aulas del Seminario, que luego sería de San Buena Ventura de Mérida.
Consiente de mi limitación para vislumbrar, desde múltiples enfoques, las distintas aristas del tema, lo abordo desde mi formación de ingeniero y mi curiosidad de investigador, esperanzado que al interpretar los hechos narrados por la historiadora Edda O. Samudio A. en su libro “DE LA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA”7, en el cual, incluye la transcripción de distintos documentos de la época8, logre describir como fueron aquellas edificaciones y el cataclismo que las destruyó. Aspiro que mi relato contribuya a rescatar del olvido, hechos y personajes que ayudaron a formar esta Mérida, durante los siglos XVII y XVIII. So-licito de todos aquellos que conozcan la historia más a fondo y con un mejor criterio, se permeen y corrijan esta aproximación, para propender, tal como lo patentizó el Dr. Ricardo Gil Otaiza, el 8 de Septiembre del 2017, cuando se incorporó el Dr. Luis Sandia a esta Academia multidisciplinaria: “De ser islas de saberes acotados y circunscritos a programas y carreras, a profesiones y facultades, hemos trascendido hasta alcanzar la “oceanidad” propia de la cultura universal.”. ¡Océano poco profundo, el mío!: Playa lacustre de poco calado, como el puerto de San Pedro, en la desembocadura del Rio Chama, hito Norte de la encomienda de Don Pedro García de Rivas, titulado por Don Juan de Borjas, en 16169, donde estaba construida una iglesia, de palma y bahareque, para adoctrinar los indios, que le retribuían su desvelo cristiano, cosechando y procesando el maíz, el cacao, la caña de azúcar y otros frutos menores de su estancia, que luego los transportaban, en las canoas indígenas, por la poca profundidad de las aguas de verano. Por allí partían los millares de semillas de cacao, los melados de los trapiches, las fanegas de maíz y otros frutos menores, producidos en sus tierras y los traídos por otros encomenderos, que llegaban desde tierra adentro a ese puerto y otros intermedios, en recuas de mulas, tal cual, como arrimaban las arrobas de tabaco, desde las tierras Barinesas hasta el puerto de San Antonio de Gibraltar, más hacia el Este, por el agreste camino de la Sierra, hacia los límites con la Capitanía General de Venezuela, donde la profundidad del Lago de Coquivacoa era mayor y podían fondear naves de mayor tamaño, para traer la sal y el pescado a la montaña, y el aceite a la mesa y el vino al jolgorio.
Pedro García de Rivas y Cerrada, fue el hijo mayor de Alonzo García de Rivas, mercader que aparece en Mérida, en 159210, contratando un indio para su servicio. Posteriormente, en 1595, reaparece adquiriendo del Capitán Miguel del Trejo, solar y medio, con casas construidas, por 136 pesos de oro de 20 quilates, para revenderlo al día siguiente, por 160 y con la ganancia adquirió una estancia de ganado menor en Mucuchíes y una caballería de ganado mayor en el valle de Santo Domingo. Todo ello, en el transcurso de una semana, lo que me hace suponer que manipuló hábilmente la situación de compra y venta de bienes ajenos, para hacerse terrateniente, legalmente. Cualquier andaluz, al ver tan rápido progreso, diría “va embalado”, y Don Alonzo, lo habría entendido, pues procedía de Córdoba y pertenecía a la nobleza española, otorgada por los Reyes Católicos, el 14 de Noviembre de 1498, a su bisabuelo, también llamado, Alonzo García de Rivas.
Llegó a Mérida 34 años después del arribo de los fundadores, y si bien no podía exhibir hazañas de guerra para someter a los nativos, ni haber anexado nuevos territorios, traía la prosapia de la nobleza española, que le permitía calificar para la casta más privilegiada de la sociedad merideña, los mantuanos.
A principio de ese año, se había casado con Isabel Cerrada, hija de Hernando Cerrada, uno de los fundadores de Mérida, quién había recibido administración de pueblos y tierras indígenas, por los servicios prestados a la corona española y a la naciente ciudad. Sin embargo, Cerrada no poseía títulos nobiliarios, por lo que se sentía en minusvalía ante el lugarteniente de Juan Rodríguez Suarez, Don Pedro García de Gaviria, también fundador y su archienemigo, quien además de poseer una hoja de servicios similar a la suya, había probado ser “hijodalgo de los principales de Mondragón y descendiente de la Casa de Gaviria junto al pueblo de Vergara”12.
Esta alianza matrimonial, contribuyó a elevar la distinción de la familia Cerrada, que se había esmerado en casar sus nueve hijas con prominentes hombres de la nobleza o del poder.
Cuando Alonzo García de Rivas llegó a Mérida, el Alcalde de la ciudad era Diego de la Peña Izarra, casado con Catalina Cerrada y uno de los Regidores de la Ciudad era Diego Marín Cerrada. Al siguiente año, el Alcalde fue el hijo de Hernando Cerrada y uno de los Regidores, su suegro, Diego de la Peña. En 1595, el Alcalde fue Miguel Baltasar Bedoya, esposo de Mariana Cerrada y uno de los Regidores fue Miguel de Trejo Pan y Agua, suegro de Francisca Cerrada. Mientras tanto, desde 1578 hasta 1596, durante 18 años, Diego de la Peña Izarra, consuegro de Hernando Cerrada, fungía de Escribano, además del cargo que ejerciera13.
A ese nido de poder, llegó Alonzo García de Rivas, sin méritos que lo calificaran para reclamar una encomienda, pues no se podía exhibir ,“como personal servidor del Rey en los descubrimientos y ocasiones de guerra contra los indios, o como descendiente de conquistadores y primeros pobladores”14, confiaba si, que su poderoso suegro, uno de los fundadores de la Ciudad, encontraría razones para hacerlo encomendero, como en efecto lo hizo, al traspasarle a su nombre, en el año de su boda, su encomienda de Mucumbas, situada a dos jornadas de camino, desde Mérida hacia Trujillo15.
Del matrimonio García de Rivas y Cerrada, nacieron seis hijos: Pedro, Hernando, Francisco y Juan García de Rivas y Jacinta Floriana de Rivas Cerrada, quien casó con Alonzo Rangel de Cuellar, encomendero de Chinácota, y Alonso de Rivas, religioso de San Francisco, fraile profeso16.
Pedro y Hernando, tuvieron dotes de comerciantes: El mayor, además de las encomiendas y estancia que poseía, estableció un comercio lacustre entre las poblaciones aledañas al Lago de Maracaibo. Por su parte, Hernando, lo hizo en gran escala, llegando a comerciar con los puertos españoles que se distribuían desde Cartagena hasta la Península. El tabaco, el azúcar y el cacao fueron los principales rubros de exportación y el aceite, los vinos y manufacturas europeas fueron importadas en sus fragatas, en sociedad con mercaderes de la península y construidas en Sevilla y que fondeaban en Gibraltar. El tercer varón, Francisco, capitán que sirvió en Barcelona y Nueva Tarragona, en la Provincia de los Cumanagotos17, donde fue Teniente de Gobernador y Capitán General, regresó a Mérida en 1650, para encargarse de las encomiendas dejadas por su hermano Juan García de Rivas, a la muerte de este.
El matrimonio de Pedro García de Rivas y Clara Zurbarán de Buenavida, poseía en el plano de la ciudad de Mérida, casa de dos plantas, frente a la plaza mayor y un solar en la esquina del templo parroquial18, privilegios concedidos a muy pocos, pues esas localidades estaban destinadas a la Iglesia y al gobierno de la ciudad. En San Antonio de Gibraltar, poseían un almacén de dos plantas, con una cuadra de frente y solar adicional, en la que habitaba un escudero que custodiaba sus intereses, donde guardaba el tabaco de Barinas y los envíos provenientes de sus encomiendas del páramo y de la tierra llana19. En el puerto de Maracaibo poseían un almacén para comerciar con Europa. Tan honrado caballero, cometió un pequeño pecado, cuando llevó algunos indios de su encomienda en Chachopo, a esas cenagosas tierras del Sur del Lago, en el Valle del Chama, exponiéndolos al paludismo y a la fiebre amarilla, contraviniendo así, lo establecido por los Oidores. Por esa causa, supongo, fue encarcelado en 1620, por orden del Visitador, Licenciado Alonzo Vásquez de Cisne-ros, junto con otros veinte encomenderos20.
El castigo no debió ser muy largo, pues las autoridades de la ciudad, el 9 de Mayo de ese mismo año, le escriben al Rey, agradeciendo la visita del Licenciado Vásquez de Cisneros y entre los firmantes, aparece como autoridad, Don Pedro García de Rivas21, Juez Ejecutor de la Santa Hermandad.
Las obligaciones del mayorazgo, en una tierra tan bravía, por las escarpadas y frías laderas del páramo o los pantanosos caminos del Sur del Lago, bajo un calor agobiante, donde sus haberes y su comercio, estaban permanentemente amenazados por indios indómitos, requerían ausencias prolongadas, lejos del muelle hogar, que posiblemente, adelantaron su muer-te a 1641, dejando cuatro hijos, menores de edad y un imperio económico que se afincaba en Mérida y en Sevilla.
La enorme fortuna de algunos merideños, despertaba la codicia, dentro y fuera del terruño, hasta en vecinos muy lejanos, como el Gobernador residente en Curazao, que se vio tentado y envió al corsario holandés Heydrick Gerritzs a Gibraltar, en 164122, al tener noticias de un almacenamiento inusual de hojas de tabaco en el puerto de San Antonio de Gibraltar.
Ciertamente, el Gobernador de la Provincia de Mérida de la Grita, Don Félix Fernández de Guzmán23, a un año de su llegada a la ciudad, asesorado por Don Juan Fernández de Rojas24, ambicionó tener una fortuna como la de Don Pedro, pero sin los sacrificios del trabajo, y para ello instaló en Barinas, unas mesas de juego, con las cuales ganó más de 3000 arrobas de hoja de tabaco y para evitar la competencia, reglamentó la venta de ese producto, para que nadie pudiera vender, antes de que él lo hiciera.
Cuando los vigías alertaron la inminencia del ataque pirata, pues se hallaban a unas cuatro horas de camino, el Gobernador de Mérida, presente en el puerto, impidió que la mercancía fuera retirada hacia un sitio más seguro, pues pensó que tal alerta era estratagema de los mercaderes para burlar sus instrucciones.
Cuando comprendió que el ataque era real y no un subterfugio, huyó hacia la maleza y los piratas saquearon la ciudad, durante cinco días.
Con esta versión, los merideños, acusaron al Gobernador Don Félix Fernández de Guzmán y a Don Juan Fernández de Rojas, su válido, ante la Audiencia de Santa Fe. Contradiciendo el informe remitido por Don Juan Fernández de Rojas, ¡toda una epopeya!, en la que reclamaba reconocimientos por la heroicidad de Don Félix y la de él, ante un sorpresivo ataque pirata25.
Por la debilidad defensiva del puerto, fue designado el capitán de infantería Lucas Laguado Gil, como lugar teniente del Gobernador y Juez de Residencia, de la ciudad de San Antonio de Gibraltar, para que implementara su defensa26.
En el cuarto tomo del libro “Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1818)”, escrito por Roberto Picón Parra, ubica a Laguado, pasando a las Indias en 1648. Fecha errónea todas luces pues en 1642, estaba dirigiendo la defensa de San Antonio de Gibraltar. Era un Aragonés de veintiún años, que había servido en Cataluña, antes de pasar a las Indias. Católico practicante y ferviente devoto de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, como la mayoría de los nacidos en esa tierra. El Capitán Lucas Laguado Gil, máxima autoridad local en San Antonio de Gibraltar, seguramente, nunca pensó que su destino en las Indias, era ser guardián de ese puerto y había comprado una cuadra de solares, con casas construidas, en el plano de la Ciudad de Mérida, entre la calle de la barranca y la propia barranca del Albarregas, aguas abajo de la calle del Sol, mostrando así, su voluntad por avecinarse en aquella meseta. En el documento de compra que se encuentra en el Archivo de la Arquidiócesis de Mérida27, se lee, que el vendedor se reservó una plazuela, ubicada hacia la parte baja de la cuadra, que estableció como lindero de la venta. Además le reconoció una servidumbre para entrar y salir de la casa. Estando dos frentes sobre calles públicas, un tercero es la barranca, la servidumbre se refiere a la plazuela, lo que nos permite afirmar que la casa miraba al Oeste.
Corría el año de 1642, cuando se trasladó a San Antonio de Gibraltar “ a reedificar las cortinas y trincheras de aquella ciudad”, a la que donó, “4 piezas de artillería de fierro de 8 libras de calibre con sus cureñas”, según lo señala el Rey, en la Real Cédula, fechada en Madrid el 6 de Marzo de 1659.
El día de Navidad de 1642, el corsario inglés William Jackson puso a prueba esa fortificación y fue rechazado, a pesar de los once buques con que atacó a Gibraltar. Los peninsulares de la ciudad de Mérida, ya no tuvieron duda, que un aragonés no era intruso en las Indias, como lo proclamaban los castellanos, por considerarse los únicos españoles, merecedores de las prebendas derivadas del Descubrimiento de América.
A tal punto, había llegado esa inquina, que el Rey para combatirla, anunció en 1647, a instancia de las Cortes, reunidas en Aragón, haber concedido a este Reino, “que dos de sus naturales fueran nombrados en plazas de las Audiencias de Lima o México, en calidad de Oidores”28.
Para esa fecha, no habían vacantes en las Audiencias de Lima o México, por lo que el aragonés, Doctor Juan Modesto Meller, primer favorecido por este decreto, fue asignado a la Audiencia de Santa Fe, no prevista en el Decreto original, para cubrir la plaza que dejó va-cante el oidor Gabriel de Tapia y Carvajal, quien había sido trasladado a Panamá29.
Coincidente con su incorporación a la Audiencia de Santa Fe, se produjo la muerte del Oidor Jorge de Herrera y Castillo, aquejado de un fuerte cólico. Triste situación que recordará, tres años más tarde, en 1650, cuando su compañero de tribunal, el Oidor Francisco de Prada, sufra horribles dolores de vientre, durante veintiocho horas, antes de fallecer30. Es posible, que entonces, revivieran nuevamente, las sospechas expresadas, años atrás, por el Oidor Licenciado Don Juan de Padilla “de que me habían dado algo de lo que en esta tierra acostumbran a dar para matar a los visitadores”31, que bien pudiera referirse al tyhiquy (Brugmacia Alba), un alucinante que usaban los muiscas32, cuyo nombre actual es Burundanga, que en dosis mínimas produce delirio pero al sobrepasarla, causa la muerte.
Juan Modesto Meller, egresado de la Universidad de Zaragoza, pasó a las Indias el 10 de Septiembre de 1647, acompañado por José Paborda, primo y clericó presbítero, y Domingo Francisco Canelón, criado, natural de Zaragoza, posiblemente, consultor espiritual y escudero, respectivamente33.
Se estableció en Bogotá y reservó en su casa un espacio para el oratorio, consagrado a la Virgen del Pilar de Zaragoza, para lo cual contrató un pintor que realizó dos lienzos, uno de la Virgen y otro de María Magdalena. Este altar, lo enmarcó con dos angelotes.
El Tribunal de la Audiencia de Santa Fe, lo designó para hacer el juicio de residencia al Gobernador de Cartagena, acusado de contrabandista. Se traslada a esa ciudad, lo juzga, lo destituye y ejerce interinamente esa gobernación34. En 1655, es designado como Oidor, para visitar la Provincia de Mérida de la Grita35, donde su paisano, el capitán Lucas Laguado Gil, acaba de ser elegido, el primero de Enero, Alcalde Segundo del Alcalde Ordinario, reelecto, Andrés Cortés de Mesa36.
Permítanme Señores, alejarme de los testimonios escritos, leídos en los libros de los historiadores, que hasta ahora he relatado, e imaginar que el enigmático Lucas Laguado, sin fecha de ingreso en América, solitario, carente del consuelo de su familia, invoque, como de niño aprendió, la protección de la Virgen del Pilar de Zaragoza, y decida construir, al igual que su compatriota Modesto Meller, un oratorio en una pequeña ermita, en su casa, en proceso de compra, en el borde Norte de la meseta, para dedicárselo y rogar por su protección, aquí en esta tierra y para que “encamine mi alma a la carrera de salvación que deseo”.
Aquí en Mérida, Lucas Laguado, con paredes de tierra pisada y techo de teja, quiere recordar las pequeñas capillas de su tierra y en especial la ermita de Tauste, su pequeño pueblo natal, donde quedaron su madre y sus hermanos. Situada en un paisaje desértico, de solo siete varas y un pie de ancho por veintidós varas de largo, con un retablo recargado, cuya imagen central es la de la Virgen, custodiada por dos arcángeles, de estatura human, que imagino, parecidos a los angelones del oratorio del Oidor Modesto de Meller, construido en Bogotá.
Es fácil comprender, que dos hombres alejados de sus familias, a miles de leguas de su tierra, con un mar que la separa de un territorio inhóspito, donde su futuro solo depende de su esfuerzo, pero criados en el mismo reino, con la misma cultura y con la misma devoción, se reconozcan en este acto de identidad, cuando el Oidor manda a traer desde su casa en Santa Fe, los lienzos que presiden su oratorio, para amoblar la obra de Laguado, como así lo hizo.
Hacía catorce años que había muerto Don Pedro García de Rivas, un hombre conciliador, a pesar de haber crecido bajo la sombra de los Cerrada, se había enamorado de Clara de Zurbarán, procedente de una familia afín a los Gaviria y había logrado mantenerse al margen de las enemistades entre los dos bandos, porque posiblemente, cada uno, lo consideraban cercano al suyo y les respetaban su independencia. Por eso, no fue extraño que Petronila Jarava y de Rivas, la “cuba” de su familia, quizás quinceañera, a poco de la muerte de Don Pedro, fuese pretendida en matrimonio por Don Juan Dávila Gaviria, Comisario General de la Caballería de Mérida, viudo, de veintiséis años de edad, quién había representado a Doña Clara en el pleito legal contra su cuñado, Juan García de Rivas, quién pretendía parte de los bienes de su herencia37.
Doña Clara lo consideró un esposo apropiado para su hija menor y estableció una dote, algo superior a los 28000 pesos,… con alguna reticencia, pues lo normal, era que la hija mayor, Isabel Ana, se hubiese casado primero.
Nació Clara Dionisia, bautizada con el nombre de su abuela. En el año de su arribo, 1644, ocurrió un poderoso terremoto de 8.4 grados de magnitud, con epicentro en Pamplona, que destruyó iglesias y viviendas en Mérida38, “y las que no se cayeron, están descuadernadas”.
Hubo barrancos en los caminos, y en la vertiente de las montañas hacia el Lago, numerosos derrumbes, que represaron algunos ríos, los cuales, a su vez, al horadar los diques producidos, retornaron a sus cauces, generando un alud de barro, que arrasó con los sembrados, tumbó las casas de las estancias y sepultó a los esclavos que cultivaban el cacao, “en que se fundaba los más pingüe de los bienes”.
La viudez, los piratas, el terremoto y las inundaciones, acosaron a Doña Clara. Las circunstancias se habían tornado adversas y corría el peligro que por su desconocimiento o su condición de mujer, que le impedía supervisar sus posesiones y negocios, diera al traste con el patrimonio restante.
Los corsarios y la violencia de la naturaleza, acabaron con la producción de cacao, pues arrasaron los cultivos y mataron los esclavos. Los piratas, dificultaban el comercio ultra-marino. El terremoto, cortó los caminos, y las recuas no podían transportar los productos de tierra adentro hacia el puerto, ni regresar con el pescado salado, el vino, el aceite y la sal, al menos, mientras que fueran reparados. Los merideños, dejaron de producir pero debían subsistir.
Las botijas se vaciaron, comprando alimentos y otros bienes de consumo, pero se debía esperar al menos seis años para que crecieran los nuevos árboles de cacao, necesitaban comprar nuevos esclavos que cultivaran y procesaran los tablones de caña de azúcar.
Luego, llegó lentamente, la recuperación económica. A nueve años de la tragedia, en 1653, pasó por Mérida, el reverendo Padre Pedro Camacho39. El clero, los vecinos y moradores de Mérida, le elevaron una petición para que se fundara en esta ciudad, un convento del Seráfico San Francisco, y para sostenerlo, “tenemos echas mandas de limosnas que importan cantidad considerable para lo necesario”, según reza en el acta firmada por más de cien asistentes, entre los que quiero destacar a Don Alonzo de Rivas y Toledo, fundador de la familia García de Rivas y a Don Juan Martín Buenavida, padre de Doña Clara. Habían sido tiempos difíciles, Doña Clara debió sentirse sobrepasada por la responsabilidad de recuperar los sembradíos, por la necesidad de trasladarse a sus extensas posesiones, por tratar de averiguar sobre el negocio ultramarino, por los préstamos, por las deudas y en general por todo el aspecto de gerencia que dejaba su esposo Pedro, arrebatado por la muerte.
Posiblemente consideró la conveniencia de atraer un esposo para ella o para su hija, Dña. Isabel Ana de Rivas, pero los Rivas Zurbarán no necesitaban más lustre, ellos lo daban, como el abuelo Alonzo García de Rivas se lo dio a la familia Cerrada Mejía. Tampoco tenían necesidades económicas, a no ser la de un capitán que hiciera respetar a la familia y ser el administrador de confianza que recorriera la tierra llana del Sur del Lago, desde las márgenes del río Chama a la del río Pocó de Trujillo, posando en sus encomiendas y repartimientos, en las vecindades del Lago, pasando por sus almacenes en el puerto de San Antonio de Gibraltar. Necesitaba Doña Clara, quien organizara la cuadrilla de esclavos negros que cultivaban y procesaban el tabaco de Barinas, o quien visitara los resguardos del páramo de Mucuchíes. Alguien que organizara los arreos de mulas que pasaban por Pueblo Llano, rumbo a Gibraltar. Necesitaba quien visitara la punta de la meseta de Mérida, para inspeccionar las cuarenta cuadras para cultivo que allí poseía o que fuera a las tierras del Valle de los Alisares, para supervisar la producción de cal y el molino de trigo.
Porque ella por su parte, confiaba que con la ayuda de Don Francisco de Urdaneta Benerre-chea40, su cuñado, y socio de quién fue su marido, controlar los almacenes del puerto de Maracaibo y sus negocios ultramarinos. Y ofreció una dote, superior a cualquiera ofrecida en las tierras descubiertas por España41, que montaba a 60000 pesos de ocho reales castellanos41, representada en encomiendas, molinos de trigo, hornos de cal, ganado bovino y mular, estancias, trapiches, esclavos, alhajas y dinero para que la administrara el pretendiente que se casara con su hija.
Seguramente sería un matrimonio por conveniencia económica, de una familia adinerada, con una hija huérfana de padre, que necesitaba un hombre fuerte y decidido para que manejara sus negocios y ¿quién más que el organizador de San Antonio de Gibraltar?, el del respeto ganado con su arrojo, y ahora, distinguido por el Oidor Modesto Meller, máxima autoridad presente en Mérida, quién se aloja con su escolta en sus casas, al borde de la barranca del Albarregas, frente a la casa que Doña Clara adquirió del heredero de su difunto cuñado Don Juan García de Rivas. Es a ese Lucas Laguado Gil, a quien tentarían con la enorme dote que Doña Clara Zurbarán de Rivas, ofrecía para que su hija mayor, al cambiar de estado, pudiese mantener la calidad de vida, a la cual estaba acostumbrada.
Quizás, a falta de nobleza probada, un certificado de limpieza de sangre, podría subsanar aquella duda que generaba su apellido “Gil”, existente en Zaragoza desde antes del descubrimiento de América, e igualmente perseguido, desde un poco antes que ese suceso ocurriera, como reporta Don José Amador de los Ríos, en su Historia social, política y religiosa de los judíos en España y Portugal42.
Efectivamente, desde finales del siglo XIV, la Inquisición empezó a quemar a los judíos, a raíz de una profanación de unas hostias por parte de unos fanáticos. A partir de allí, el vulgo y posiblemente, los sacerdotes, les achacaron toda clase de perversidades y la persecución se incrementó. Solo se salvaban de las llamas, si abjuraban del judaísmo y se convertían al catolicismo.
Estos judíos conversos, llegaron a ser verdaderos practicantes del catolicismo, a tal punto que volvieron a ser consejeros, ministros y autoridades de la Iglesia. Los reyes católicos, habían prohibido su entrada a las Indias, a menos que hubieran transcurrido cuatro generaciones desde su conversión.
Busqué por internet, a través del servicio PARES, del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes de España, la fecha, cuando Lucas Laguado Gil, pasó a las Indias, pero no encontré ninguna respuesta, lo cual puede deberse a mi impericia o al hecho de haberse registrado como sirviente o escudero de algún noble, para los cuales el control no era exigido o simplemente porque el Ministerio, quizás no haya colgado ese documento en las redes.
No sé si estas elucubraciones mías, pasaron por la mente de Doña Clara Zurbarán de Rivas, pero si acaso alguna duda existió, debió desaparecer, cuando Don Lucas Laguado Gil, se postuló ante la Inquisición de Cartagena para ser familiar del Santo Oficio, pues, una vez casado, podría comprar tal jerarquía, y otros títulos más, pues la dote alcanzaría para ser, además de Juez de Cobranzas Reales, Provincial y Juez Ejecutor de la Santa Hermandad, Familiar del Santo Oficio y Maestre de Campo.
Hubo pretendientes que rechazaban las regulaciones sociales y no reclamaban dote y se negaban a formalizar el matrimonio, como fue el caso de Alonzo García de Rivas, hermano de Isabel Ana que estableció concubinato, estable, con Micaela de Masariegos, con quién procreo siete hijos43.
El 25 de Mayo de 1655, el visitador Dr. Juan Modesto de Meller, obedeciendo la designación del máximo tribunal de Nueva Granada, inicia su visita a Mérida, acompañado por su escribano y los oficiales de la escolta. También va el Capitán Lucas Laguado, Juez de Cobranzas Reales, para recabar, según el número de indios asignados, los impuestos que los encomenderos deben pagar. En algunos casos, como el de Don Alonzo Dávila y Gaviria, menor de edad y nieto de la olvidadiza Doña Juana de Gaviria, con atraso de seis años consecutivos de los pagos al Rey, y a las indias que llevaba a Mérida para su servicio personal, se agregaba a la comitiva, un representante legal para su defensa44.
En cada población, los sacerdotes encargados de adoctrinar a los indios, debían mostrar los libros de bautizos, matrimonios y mortuorias, para que el Oidor pudiese valorar el avance de la propagación de la fe y el número de indios catequizados, entre los que destacaban, Pascual y García, renuentes para asistir a misa, en los últimos seis años. También evaluaba la conformación de sus poblados, que debían establecerse cerca de la Doctrina y no desperdigados entre el monte.
El encomendero debía reunir a sus indios para que el escribano los censara y tener una reunión con el Oidor o sus ayudantes para una “pesquisa secreta”, en la cual, el cacique expondría, libremente su opinión sobre el trato que les daban. A tal fin, el Dr. Meller, elaboró un cuestionario de treinta y tres preguntas, que sería el protocolo a seguir en cada visita y designó, a principio de Agosto, al Capitán Juan Fernández de Rojas para que lo representara, en las visitas a las encomiendas del Valle del Chama, saliendo de la Quebrada Las Gonzáles, hasta llegar a la desembocadura del Chama, mientras que él, seguiría hasta Timotes.
Posiblemente, para fines de Septiembre de 1655, el Capitán Juan Fernández de Rojas, ya se habría reintegrado a la comitiva de Meller, para presentar sus informes y éste, habría designado al Capitán Lucas Laguado para que prosiguiera la visita, en su nombre, por las encomiendas situadas sobre las vertientes del Lago, empezando por las del Pueblo de la Sal, en el camino a Torondoy.
Camino tan torcido y tortuoso, como el que, os he hecho seguir para presenciar la transformación del oratorio del Capitán Lucas Laguado, en una capilla de uso colectivo, que se inicia con la muerte del Oidor Modesto Meller, en Timotes, el 3 de Noviembre de 1655, por haberle adobado su comida, el Capitán Juan Fernández de Rojas, con unas flores blancas, según versión de los indios o por haber sufrido “empacho”, según el Dr. Francisco Pérez Zambrano, medico graduado de la Universidad Maese Rodrigo, de Sevilla, quien no encontró señales de envenenamiento45.
Durante su larga agonía, entre el 11 Octubre y el 3 de Noviembre, el Dr. Modesto Meller, mandó a regresar a Lucas Laguado, de su comisión, y le exigió que su cuerpo fuese enterrado en la Ermita en construcción, dedicada a la Virgen del Pilar de Zaragoza, cuando la terminara, y que estableciera en ella, una Capellanía de misas perpetuas por su alma, para lo cual destinó mil pesos, que producirían cincuenta de renta anual, para pagar “veinte misas rezadas en cada año”46.Mientras se terminaba la Ermita, sus restos descansarían en la Iglesia Parroquial de Mérida.
Meller, soltero, lo nombró su heredero universal y Lucas Laguado, después de cumplir con su voluntad, renunció a la herencia restante, que entregó a los hermanos de Meller, en España y regresó a su labor de Alcalde Ordinario, hasta el vencimiento de su período, el primero de Enero de 1656.
Libre de sus obligaciones públicas, llegó la hora de su matrimonio con Isabel Ana Rivas y Zurbarán. Nos la imaginamos, retirándose con su marido, después de la ceremonia y “la velación”, a la nueva casa, comprada a los herederos de Juan García Rivas, situada más arriba de la ermita, más espaciosa y señorial, que la adquirida por Laguado, pues tiene piso alto, desde donde puede contemplar la quebrada La Liria, afluente del río Albarregas, que le incide perpendicularmente, por lo que cuando llueve en el páramo de los Conejos, sus crecidas, lo empujan contra el pie de la ladera, falseándola.
Allí los esperan siete esclavos, comprados por Lucas para su servicio: Vitoria y Melchorá y cinco varones. Todos ellos acompañarán a Lucia, la esclavita que tenía un año de edad, cuando la recibió Doña Isabel Ana, como parte de su herencia, y que ahora, adolecente, la sirve con el cariño de una hija47.
Vitoria trae un niño de dos años, que seguramente recibirá parte del cariño maternal de una mujer que se prepara para ser madre, pero crecerá esclavo como Lucia. Los esclavos varones, serán caballericeros, hortelanos y constructores de las obras de la iglesia y diariamente, transportarán a su nueva ama a la Iglesia Parroquial, en la silla de mano, de vaqueta de Moscovia, tachonada con clavos de bronce y forrada en damasco carmesí, para acudir a misa, mientras se completa la Ermita. La Iglesia Parroquial está a pocas cuadras, pero los vecinos deben saber que los Laguado Rivas son tan ricos y tan nobles, como los Rivas Zurbarán.
Las mujeres se dedicarán a la cocina y a la atención personal de su nueva ama, esmerándose mucho, porque ella les ha dicho, que los cuatro pares de vestidos blancos para la cama, los paños de mano, colchones y pabellón que lo cobija, que le trajo su esposo, son de mucha calidad. Los utensilios que le ha traído su marido, para su uso personal, son de plata y confía que cuando Melchora, se acerque a la barranca para arrojar los desperdicios, presuma de no usar totuma de aguas, como lo hacen sus vecinos.
Isabel Ana, espera embarazarse pronto y desea un varón, que cuando crezca sea sacerdote y ella, junto con su marido, planean establecer en esa ermita en construcción, dedicada a la Virgen del Pilar de Zaragoza, una Capellanía para que su hijo, oficie por ellos, cuarenta misas al año, treinta y cuatro rezadas y seis cantadas, por la salvación de sus almas. El primogénito, se llamará Pedro como su abuelo y no tendrá que ir, por esas tierras que enferman, arriesgando la vida.
A principios de 1656, ya existía la Ermita, me la imagino parecida a la capilla de Nuestra Señora de Sancho Albarca, de Tauste, donde nació Laguado, y que el recuerda, hasta en su último testamento48. En la Ermita, fundan dos Capellanías el 16 de marzo de 1656, una de mil pesos, solicitada por el Oidor Modesto Meller y otra, por la salvación de las almas de Isabel Ana y Lucas Laguado, de dos mil pesos adicionales. Figuran como posibles patronos de la misma, en caso de faltar sus fundadores y sus hijos, los hermanos de Isabel Ana: Bernardo, Alonzo y Petronila49.
Para la fecha, Lucas Laguado, recién casado, aún no disponía de los recursos de la dote para adquirir el título de Familiar del Santo Oficio y el patrocinio de Alonzo, el rebelde, no interfería con su aspiración de pertenecer a dicha institución.
En este año, seguramente trasladó los huesos del Dr. Modesto Meller, desde la iglesia Parroquial a la Ermita50, cumpliendo así la promesa hecha al Oidor y designaron al Presbítero Juan de Rincón para que celebrara las misas por el descanso de su alma y por la salvación de las de los esposos Laguado Rivas. Al cabo de dos años, el sacerdote se mudó a vivir a Pamplona y lo sustituyó Juan Martín Buenavida, sacerdote franciscano, tío de Isabel Ana.
Con los tres mil pesos, prestados a quienes lo necesitara, al 5% anual, se producía una renta de 150 pesos anuales, para el pago del celebrante y los gastos de cera y vino.
Lucas Laguado, conocía de cerca los conventos franciscanos. En Tauste, el pequeño poblado donde había nacido, existía uno, y otro de las Clarisas, las mismas que hacía poco se habían establecido en la ciudad. Pero esa proximidad, territorial, experimentada en su adolescencia, también había sido familiar: su hermano, Fray Antonio Laguado y el hijo de su hermana, Fray Juan de Avis Laguado, seguramente fueron vehículos entre su hogar y el convento. Posiblemente, conocía que en el convento franciscano de Lebiana, en Cantabria, se custodia el trozo más grande de la Cruz de Cristo y que algunas cofradías españolas, poseían pequeños trozos del Santo Madero, como reliquia “Lignum Crucis”, en sus iglesias y que algunos Obispos, la portaban en sus pectorales. También habría oído sobre la “porciúncula”, cuando el Papa Inocencio III, le concedió a San Francisco de Asís, la gracia de la indulgencia plena, a cualquier fiel que visitara, el día 2 de Agosto de cada año, libre de pecado, la Iglesia donde había fundado la Orden.
Si no conocía estas intimidades de la Orden Franciscana, ¿Cómo fue posible que el día de la “porciúncula” del año 1657, Lucas Laguado se presentara ante el Ayuntamiento de Mérida, por si y por su esposa, para solicitar de dicho Organismo, el apoyo para establecer en la ciudad un convento franciscano?, para el cual, ofrecían solar con iglesia y aporte económico.
Y si no conocía que la Orden Franciscana, era la encargada de custodiar el cuarto monasterio, más importante del catolicismo, donde se guarda el trozo mayor de la Cruz de Jesucristo, ¿por qué ofreció, como la mejor alhaja para la Iglesia de la Virgen del Pilar de Zaragoza en Mérida, un “Lignum Crucis”?, que catalogó como “una reliquia cierta y verdadera de sancto lignum crucis que en mi estimación no tiene precio ni la diera en mil ducados”. Como fue posible que Lucas Laguado se atreviera a ofrecer una reliquia tan sagrada?
Quizás las respuestas a estas preguntas las podamos encontrar en la actitud de Fray Antonio de Maqueda, director del grupo de misioneros que llegó a la ciudad de la Grita, quien se empeñó para que, entre los primeros moradores del convento, estuviese el hermano Fray Juan de la Concepción, pariente de Ysabel Ana, la mujer de Laguado51. Más adelante, en 1662, el Comisario General de las Indias, dio licencia para que Fray Juan de Avis Laguado, sobrino del Capitán Laguado, viniera al Convento de Mérida52.
Parece evidente que el Provincial, Fray Andrés Betancourt, al solicitar del arzobispo de Bogotá, la autorización para aceptar la donación de los Laguado Rivas, los había inducido, sutilmente, a través de sus familiares, sacerdotes de la orden.
Si analizamos cuidadosamente la primera descripción que hace Laguado de su Ermita, “y en el dicho solar una casa de tapias.”53, se nota que habla en singular, lo que se traduciría en una parcela (solar) de las cuatro que conforman la cuadra y que son de su propiedad. Más adelante “en dicho solar está una iglesia muy decente cubierta de teja con su sacristía y otro aposento que sigue a la iglesia”, lo que parece indicar, que casa e iglesia estarían ubicadas en la misma parcela, lo cual es lógico pues dicha Ermita estaba destinada, en un principio, para ser el Oratorio de su casa. Esa casa y esa ermita, es la oferta que hace Laguado a los sacerdotes de la orden franciscana para que funden el convento y es lo que ofrece en el Ayuntamiento cuando se presenta, pidiendo su apoyo. Seguramente, en los archivos del convento de Pamplona habrá alguna correspondencia que describa las conversaciones entre Laguado y los Franciscanos, pero por no conocerlas, deduzco que a los sacerdotes les parecía pequeña la Ermita, para ser iglesia del convento, porque Laguado, progresivamente incrementa su donación54.
Tres siglos y medio, es tiempo suficiente para borrar la memoria oral que describía la Ermita, pero recordando que aquellos colonizadores españoles, cuadricularon la meseta en cuadras de cien pasos por lado, que denominamos manzanas, que a su vez, seccionaron en cuatro parcelas o solares, para ubicar en una de sus esquinas exteriores, un cuadrado, cuyos lados se correspondían con las dos terceras partes del solar, para replantear allí su vivienda, quizás podamos aproximarnos al tamaño y ubicación del Oratorio.
La relación 1:2, es la base de la arquitectura colonial Iberica55: Una cuadra, genera dos par-celas. El frente de la parcela, se reparte en un tercio para la huerta y dos tercios para la casa. El techo de teja, tiene por cada unidad que sube, dos de proyección horizontal. Una teja tiene una cuarta de ancho por dos de largo. Y así sucesivamente, las relaciones de una dimensión comparada con otra complementaria, se rigen por esta proporción.
Si una cuadra tiene trescientos pies castellanos56, la parcela o solar tiene un lado de 150. Si el solar se reparte en uno para la huerta y dos para la casa, se tendrá un ancho de la huerta 50 pies y un ancho de casa de 100 pies. Si el ancho de casa se divide en uno para la zona entejada y dos para la descubierta, se tendrá 33.3 pies entejados y 66.7 pies descubiertos. Y si el ancho del tejado se divide en uno para el corredor y dos para el salón, se tendrá 11.1 pies de pasillo y 22.2 pies de habitación. Si nuestro pie castellano, o sea, el tamaño del pie de una persona de raza latina, mide 28 cm., no 30.5 cm., que es el tamaño del pie norman-do, tendremos como ancho del tejado 9.30 m. y restando los muros, 7.62 m.
Si comparamos este número con el ancho de la Capilla de la Virgen de Sancho Abarca57, citada en el testamento de Laguado, se ve que esa Ermita del pueblo donde nació, tenía, aproximadamente, el ancho del ala techada de las casas de tierra pisada que se construían en Mérida para esa época. Por eso, permítame suponer que el oratorio construido inicialmente por Lucas Laguado, ocupó un cañón de su casa, con los lienzos de la Virgen del Pilar y de la Magdalena, donados por el Dr. Don Modesto de Meller, adosados sobre una pared y en-marcados por los dos angelotes. Posiblemente, presididos por un altar para colocar los candelabros y un reclinatorio y silla para las oraciones. La solicitud de Meller de ser enterrado en esa capilla, obligó a Lucas Laguado a aumentar la longitud del oratorio y acondicionar el altar para que fuese posible la celebración de misas, como se comprometió, al fundar allí una Capellanía.
Es probable que en el año de 1657, diera a luz Isabel Ana. Bendecida con un varón, como diariamente lo pidió en sus oraciones, para que cuando creciera fuese el sacerdote que oficiara en esa ermita58. La pareja, al ver que sus deseos se empiezan a cumplir, ya lo sueñan sacerdote y deciden transformar la Ermita en una iglesia de mayores proporciones, que ocupará todo el cañón lateral de la casa de Lucas: incorpora una habitación posterior como sacristía y delimita el presbiterio, mandando a construir un arco toral. En la oferta que hacen los esposos Laguado Rivas, ante el Ayuntamiento el 2 de Agosto de 1657, la describen así: “En dicha iglesia está un tabernáculo con su sagrario y capilla mayor con un arco toral y to-do esta dorado con mucha curiosidad y adorno”59, y agrega otra habitación hacia el extremo opuesto, que podría servir de coro alto, situado al pie de la iglesia. Esta iglesia, miraría hacia el Este, como estaría estipulado en las Leyes de Indias, para que el sol penetrara cada mañana. Como esta norma, varias veces habría sido desobedecida, se asegura que se cumplió, porque la casa del Alférez Antonio Quintero Príncipe60, estaba situada atrás de dicha iglesia, ubicación imposible, si la iglesia fuera perpendicular a la barranca del Albarregas.
Pero Pedrito muere siendo un niño y en la naciente iglesia, ahora “…..está sepultado un ángel nuestro hijo”61. Disminuye el entusiasmo, pero Isabel Ana mantiene la esperanza que más adelante, un nuevo embarazo le traiga el hijo varón que anhela.
Ahora, bajo el piso de la Ermita, descansan dos cadáveres: el del Magistrado y el del niño. Este último, ancla sentimental de los Laguado Rivas, está siempre presente en sus mentes, y en cada petición al Alma Bendita de Pedrito, aflora su recuerdo, pero aun así, les aterroriza mover de su sitio, el lienzo que representa la Virgen del Pilar de Zaragoza, como si el cobijo de su manto se perdiera al alejarlo de la tumba y se olvidara. Quizás por eso, Lucas Laguado exige, en la oferta que hace: “su advocación del convento de mi padre San Francisco ha de ser de la virgen sanctisima del pilar de ÇaragoÇa y del tabernáculo que está colocada no se ha de quitar ni inobar que en otra parte se haga otra iglesia sino en la que esta colocada acrezentarla”62. Ahora, además de donar la casa con la ermita, permite que la existente se amplíe, pero respetando la ubicación del tabernáculo. Como esta ampliación de la ermita, pudiese salirse de la parcela donada, conviene en agregar a su donación inicial, las tres par-celas restantes que tiene en esa manzana: “Para cuyo efecto acrezentamos en el mismo sitio y cuerpo en que esta fabricada dicha iglesia todas las cuadras que comprende cuatro solares…”63.
Cuando enterraron a Pedrito, Lucas e Isabel, seguramente lloraron, a pesar de las palabras de consuelo del sacerdote y de los amigos que acompañaron con música al cortejo, porque era un alma inocente que subía directamente al cielo, como un nuevo ángel que velaría por ellos. Allí, seguramente, estuvieron Doña Clara, la abuela, y los tíos Bernardo, Alonzo y Petronila, los patrones supletorios de la Ermita, pugnando por celebrar a pesar del nudo en el sentimiento.
Esta pudo ser la última reunión plena de la familia Rivas Zurbarán, pues el homicidio cometido por el Capitán Juan Dávila y Gaviria, contra su esposa Petronila Rivas de Jaraba64, paralizó todas las actividades en Mérida: un Gaviria había matado a una Cerrada. Las espadas, dagas y mosquetes de los dos bandos de la Ciudad, estaban prestos para impartir justicia, desde la óptica de cada contrincante. En el Ayuntamiento, el Maestre de Campo, Diego Salido Pacheco y su hermano natural Diego de Gaviria, habían sido cuñados del indiciado, durante su primer matrimonio. El Alférez Mayor, Francisco López de Arriete, era primo de los Salido Pacheco y este estaba casado con una prima hermana del homicida. Mientras se aclaraba la situación de su familiar, utilizaron una serie de medidas dilatorias, hasta que los Gavirias concluyeron que el uxoricidio había sido involuntario: un homicidio accidental.
Alonzo García de Rivas, el díscolo hermano de la víctima, logró entrar en la cárcel, intentando cobrar justicia por su mano, pero fue desarmado por los guardias. Por su parte, Lucas Laguado, su cuñado, le solicita al Gobernador, Don Tomás Torres de Ayala, que impartiera Justicia y este, a su vez, intentó convencer a la familia de la víctima de lo contraproducente que sería una condena a muerte del indiciado y se inclinó por la tesis del homicidio involuntario y del perdón. Doña Clara, indignada, comisionó a Lucas Laguado, para que recusa-ra al Gobernador y solicitó ante la Audiencia de Santa Fe que se designara un juez que se trasladara a Mérida para juzgar al homicida. Designan a Juan de Esparza y Doña Clara correrá con los gastos del traslado, para lo cual solicita un préstamo de tres mil pesos a la Hermandad de San Pedro, que debe ser respaldado por sus bienes y los de sus hijos65. Pero la familia sabe que para ejecutar las decisiones, es necesario que el Ayuntamiento deje de estar dominado por el bando de los Gaviria y postula a sus amigos para los cargos, que legalmente pueden ser comprados. Así Lucas Laguado hace una puja de 4000 pesos contra los 2000 de Don Pedro Dávila Gaviria, hermano del homicida y desde el año 1660 figura como provincial de la Santa Hermandad66.
En los folios que pueden leerse en el servicio PARES del Ministerio de la Cultura de España, se describen las peripecias de este enfrentamiento, en el cual Don Pedro Dávila Gaviria, denuncia a Laguado de comandar una banda de gente armada que una noche se presentó en la casa del Juez Esparza para intimidarlo. Lo cierto es que el Gobernador exiló a Laguado y sus partidarios de la ciudad. Cuando se evidenciaba que Juan Dávila Gaviria, sería condenado, escapa y fue muerto durante la persecución67.
La tensión vivida, las grandes erogaciones y el exilio, desaceleraron las diligencias que se adelantaban para el establecimiento del convento franciscano. Las exigencias de la familia Laguado Rivas, se fueron flexibilizando: ahora, los sacerdotes de la orden pueden construir una nueva iglesia, el terreno donado, no tiene que ser reintegrado, aunque la Congregación se retire en el futuro. Laguado solo exige que la ermita sea una capilla, pero Isabel Ana per-mite que se desvincule, totalmente de ella, como lo escribe en su testamento de 1684, “y por cuanto acabada la dicha iglesia nueva sea de colocar el santísimo sacramento del altar en ella y la santísima Virgen del Pilar de saragosa titular de dicha iglesia como consta en la dicha fundación y que la dicha capilla les a de quedar a los religiosos para seldas de su vi-vir…”68. También, el número de misas se reduce: “….que solo han de ser obligados a decir cuatro misas cantadas, la una a Santa Ysabel, la otra a San Lucas, En sus propios días y la otra en el dia de los finados, o en su octava, y la última de las cuatro El dia de Nuestra Señora del Pilar de Saragosa que es a doce de Octubre”69. Sin embargo, en el acta de fundación, la Congregación solo se compromete a decir una misa cantada, con toda solemnidad el día del glorioso patriarca San Francisco, el 4 de Octubre, por los patrones fundadores y sus familiares70.
Ya que la Ermita original se incorporará a las otras celdas del convento, que se había aposentado en la casa situada al Oeste del terreno, la nueva iglesia se erigirá en los solares libres, situados al Este de la manzana, es decir, aledaña a la calle del Sol, frente a la residencia de los Laguado Rivas, tal como lo confirma Doña Ysabel Ana en su testamento: “las casas de mi morada altas y bajas de tapia y teja con Balcon Bentanas y Rejas de hierro con colgadizos que sirven de despensas y el solar que le pertenece que cae sobre la barranca del albarregas calle en medio con la iglesia del señor san Francisco…”71.
La nueva iglesia avanzaba en la erección de los muros de tierra pisada, cuando dos potentes sismos, se sucedieron en Diciembre de 1673 y Enero de 1674, con epicentro en las inmediaciones de Torondoy, según estudios recientes realizados por Palme y Altez72, en las posesiones de los Laguado Rivas, que produjeron numerosos movimientos de masas en la zo-na, represando ríos y causando inundaciones, como lo refiere Isabel Ana en su testamento, al valorar las pérdidas habidas, “…en las estancias de casas con las Ynundaciones que resultaron de los terremotos de tierra y muertes de esclavos…”73
Y así se drenó el dinero, comprando sin vender y lo poco que se vendía, estaba cargado de impuestos para construir los castillos de Maracaibo que defenderían el Lago de las incursiones piratas. Desapareció el circulante. El pago de la mano de obra y la compra en la pulpería, debieron efectuarse con lienzos de algodón, tejidos en la ciudad o se recurrió a la permuta, de la gallina por la harina o el trigo por la carne y así se estableció el trueque. Los intereses causados por los censos que servían para el sustento del convento de San Francisco, eran pagados con productos, pues no existía numerario y posiblemente, el pago de la mano de obra que laboraba en la erección de la iglesia, se hacía con alimentos. Esta situación, agravada con una nueva invasión pirata, sometió a Mérida a la pobreza extrema, a tal punto que los vecinos se quejaban que no tenían vestidos para asistir a misa, que podrían referirse al “dominguero”, que solo era utilizado los Domingos74.
En el libro “Gobernabilidad de Mérida de Marcos Vinicio Salas M”, refiere que en 1688, siendo gobernador el Maestre de Campo José Zerdeño Monzón, le informó al Rey que el Convento había sido robado y saqueado75. Seguramente, los más desposeídos, no buscaban joyas ni monedas, sino alimentos.
Ysabel Ana, muere el seis de Mayo de 1692, habiendo testado y hecho modificaciones en dos cobdicilios. El último de ellos, tres meses antes de su muerte, nos permite conocer la gran confianza que depositó en el Padre Guardian del Convento Franciscano y en Fray Juan de Aris Laguado, sobrino de su esposo, quién había sido traído por la Congregación desde Tauste, el pueblo natal de Lucas Laguado, para el Convento de la Virgen del Pilar de Zaragoza en Mérida: Los había nombrado sus albaceas, pero para que no interfiriera con sus ocupaciones, en este último documento, los libera de esta obligación.
Fray Juan de Aris Laguado, debió ser un factor muy importante para las relaciones entre los esposos Laguado Rivas y la Congregación Franciscana para el establecimiento del Convento y la construcción de la Iglesia de la Virgen de Nuestra Señora del Pilar. Lucas Laguado, era su tío carnal e Ysabel Ana, lo escogió como su confesor o al menos, como su confidente, como parece probarlo, la siguiente manda de su testamento:
“quiero y es mi voluntad que al Reverendo padre frai Juan de Aris Laguado mi sobrino religioso del orden del señor San Francisco, se le Entrieguen de mis Vienes y de los mas bien parados de ellos cuatrocientos Patacones Para que de ello haga lo que le tengo comunicado Para descargo de mi Conciencia Y ninguna persona de cualquier estado condision que sea ni justicia de ningún fuero le Pida cuenta de ellas ni los dichos mis alvaseas Porque asi es mi voluntad”76.
Si consideramos que el albacea de Ysabel Ana, fue su marido Lucas Laguado, el encargo hecho a Fray Juan de Aris Laguado, pudo ser secreto para Lucas, pero este lo respetó y agregó cuatrocientos pesos más para que su sobrino cumpliera con lo exigido. Otro secreto bien guardado, pero este, de Don Lucas, fue el nombre de la madre de su hija natural, a quién Ysabel Ana crió, como lo declara en su testamento: “declaro que yo case a una niña que se llama Antonia de la crus laguado hija natural de dicho mi marido la cual case con Francisco hidalgo vesino de la Ciudad de Barinas que por haberla criado como si fuera mi propia hija La alimente hasta que la puse En estado la cual me sirvió y asistió con mucho amor y cariño hasta su casamiento…”77. Esta generosidad, también la muestra cuando otorga la libertad a su esclavita Luzia, compañera de su vida de casada, y a sus hijos, después que atienda a Don Lucas, hasta su muerte.
Don Lucas Laguado murió el 16 de Diciembre de 1695, después de cumplir a cabalidad con todos sus compromisos con la Congregación Franciscana, pero no pudo disfrutar de muchos de los privilegios que dicha Orden le confería a los fundadores y patronos del convento, como el poder colocar, cuando quisiesen, silla y cojín en la capilla mayor, recibir la paz, vela y palma, el día de la Candelaria y el Domingo de Ramos, “ con preferencia a todos”, porque la iglesia nueva aún no había sido concluida y por eso, al momento de su muerte, no pudieron ser enterrados en las bóvedas asignadas a la derecha del altar. Quizás, en las memorias de la Congregación, exista un acta que atestigüe el traslado de sus restos y estos estén reposando donde ellos lo desearon y habían acordado con la Congregación.
El 17 de Febrero de 1698, se remataron, la casa de habitación de los Laguado Rivas y su hacienda de cacao en Mucujepe, para desvincularse de la deuda con la Congregación, que pasó a nuevos censatarios78. A comienzo del siglo XVIII, la iglesia de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, se abre al público. La antigua Ermita de Lucas Laguado, está integrada al claustro del Convento y es independiente de la iglesia.
Cuando se hizo el traslado, en la Ermita de la Virgen del Pilar de Zaragoza, pudo haber quedado “una pila de piedra picada fija en la pared con decencia”, que menciona Lucas Laguado en su oferta al Convento79. El Ingº Antonio Picón Pardi, posee una pila bautismal, tallada en granito, del que se encuentra en las nacientes del Río Mucujún, que fue, una de las posesiones heredadas por Isabel Ana, desde donde se podrían arrastrar, pesados bloques de piedra hasta la meseta y que la tradición oral, con la cual, él recibió este objeto, asegura que es la mencionada en el documento. El Ingº Picón, me ha manifestado, que está dispuesto a donarla al museo del Palacio Arzobispal.
En la consecución de los datos para este trabajo, he notado el interés de resaltar la advocación de la Virgen del Pilar en todos los documentos presentados por los patrones fundadores, mientras que hay mucha cautela para hacerlo en los documentos generados por la orden franciscana. Este proceder, pudiese haber inclinado la denominación de la iglesia hacia la de San Francisco, por la que algunos autores la confunden con la Iglesia de San Agustín o de la Tercera, pues en su última etapa, fue refaccionada por la Tercera Orden Franciscana.
En el año de 1782, los franciscanos decidieron cerrar el convento. Se produce un lapso de disputas por las alhajas de la iglesia80, hasta la llegada de fray Ramos de Lora.
Tres años más tarde, el 25 de Marzo de 1785, Fray Juan Ramos de Lora, primer obispo de Mérida, establece en esa casa del convento franciscano, un Colegio para los jóvenes inclinados a seguir el estado Eclesiástico, “hasta tanto se practican las diligencias correspondientes a que se establezca, y funda el Seminario Colegio con todas las formalidades que dispone el Santo Concilio de Trento”81.
Por la fecha conque despachó, Fray Ramos de Lora la correspondencia, se nota que ocupó la casa de Laguado, donde funcionaba el Convento Franciscano, dos meses antes de solicitar tal propiedad al Rey, y dos años antes de que se la otorgasen82.
Si comparamos la fecha en que ocurrió el terremoto de Trujillo, 26 de Diciembre de 1785, con el del establecimiento de una casa de educación, calificado como interino por el Obispo, notamos un anticipo de nueve meses al evento sísmico, por lo que el interinato enunciado por Fray Ramos, no se debe a la precariedad de la construcción que pudiera haberse generado por el sismo, máximo, cuando continuó ocupándola por más de cinco años, sino a una decisión meditada y puesta de manifiesto, cuando en el mismo año de su llegada, compró los solares que dan frente a la traviesa que viene desde la barranca del Chama hasta la barranca del Albarregas y les agregó, un tercio de los solares colindantes a su compra, comprendida entre la calle real y la calle de la barranca83. Esta esquina, situada al Nor-Oeste de la plaza mayor, frente al Cabildo, satisfacía las aspiraciones de que su palacio obispal, en-marcara la plaza, por la importancia de su cargo.
Al agregar a su compra, un tercio de los solares vecinos, con los que lindaba por abajo, Fr. Antonio Ramos de Lora, conformó dos parcelas, adyacentes, de 150 pies de frente por 200 pies de fondo, demostrándonos así, que ya conocía las dimensiones de sus proyectos.
Por la descripción que hizo Laguado, cuando donó la casa, esta tenía cinco habitaciones, espacio para el comedor, cocina y la Ermita, que creemos, ocupaba todo un cañón. Posiblemente, su construcción, promediaría los 130 años y, dependiendo del mantenimiento, pudiese haber, algunos maderos carcomidos. No así la Iglesia, que estaría cumpliendo unos 80 años de construida. La casa estaba situada a tres cuadras de la plaza mayor.
El seminario que construirá el primer Obispo va a tener 52 habitaciones, refectorio, cocina e iglesia, colindará con el palacio del Obispo y estará a solo a media cuadra de la plaza. Por lo que las instalaciones iniciales del Colegio Seminario en el antiguo convento franciscano, difícil mente, satisfarían las aspiraciones de Fray Ramos.
El 21 de Abril de 1787, dos años después de su llegada, Monseñor Juan Ramos de Lora, participa que están instaladas las cátedras de Latinidad, Filosofía y Moral, que asisten 42 alumnos y que se alojan, repartidamente, entre el Convento y una casa vecina, por estar aquel, muy deteriorado por los temblores de año anterior. No estaría tan deteriorada la construcción, cuando aún la utilizan tres años más y no la repara, posiblemente para no distraer los recursos de la nueva edificación.
Los estudios recientes, adelantados por los sismólogos Palme, Morandi y Choy, en el 200584, concluyen que la intensidad del terremoto de 1775, fue, aproximadamente, la mitad de la de 1812, que según el mismo estudio, solo alcanzó a ser un tercio del de 1894, el gran terremoto de los Andes. Sin embargo, las circunstancias políticas de 1812, magnificaron la intensidad del sismo de ese año, como puede haber ocurrido con las cartas del Obispo, para solicitar el permiso y los recursos a la Corte.
El 9 de Noviembre de 1790, muere Monseñor Fray Ramos de Lora, en las instalaciones del nuevo seminario y allí estaba su Catedral. La Iglesia del Pilar de Zaragoza, posiblemente estuvo en servicio hasta 1804, cuando un oficio de Monseñor Hernández Milanés, señala que la Iglesia de San Francisco “que ha servido de parroquia”, amenaza una próxima rui-na85, y en consecuencia ordena trasladar el Sagrario del Convento de San Francisco al Convento de San Agustín, debido al peligro que representaba la vieja construcción.
Con fecha, 23 de Junio de ese año, ordena un peritaje técnico, adelantado por los maestros de carpintería Francisco Calderón y José Antonio Peña, quienes diagnostican que el colapso puede ser eminente, por lo menos en más de la mitad de la cubierta, desde el arco toral hacia el coro, pues se aprecian los tirantes zafados y alguna varas reventadas, pero que, el enmaderado, aún se sostiene, aunque pandeado. Solo está sana, la cubierta del altar mayor, que es nueva86.
Ante el cuadro presentado, se descarga el techo y se rehace con nueva madera y teja, logrando terminarse el 17 de Septiembre de 1809, supervisada por Don Antonio de Amaya y Picón, primo de Don Antonio Ignacio Rodríguez Picón87.
Posiblemente, la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar, tuvo funciones de Catedral entre 1811 y 1812, como lo afirmaron el Arzobispo Antonio Ramón Silva y Don Tulio Febres Cordero y la “Biografía de los Obispos de Mérida” del Dr. Ricardo Labastida88.
Al cumplirse, el 16 de Septiembre de 1811, el primer aniversario del pronunciamiento de Mérida por la revolución del 19 de Abril de 1810, repicaron las campanas de la iglesia y se bendijeron las primeras banderas tricolores de la República, en la recién restaurada iglesia de la Virgen del Pilar de Zaragoza, nombre desaparece en las referencias y todos la nombran de San Francisco. Al día siguiente, el Excelentísimo Monseñor Santiago Hernández Milanés, ofició un solemne Te Deum. El primero por las armas de la República.
El 26 de Marzo de 1812, cuando el Obispo Santiago Hernández Milanés, entraba a su palacio, situado diagonal a esta esquina, después de concluir los Oficios de Semana Santa, un terremoto, estremeció la ciudad, y una viga, desprendida del techo, lo impactó junto a otros sacerdotes y seminaristas de su comitiva. Simultáneamente, se derrumbó la Iglesia del Pilar de Zaragoza, aplastando bajo su techo y paredes, cientos de feligreses y el pánico se des-bordó por la ciudad.
Fue enterrado al día siguiente, viernes santo, por la mañana, “en el pavimento y escombros de la Orden Tercera de San Francisco”. ¡Hasta del acta de defunción, desapareció el nombre original de la Iglesia fundada por los Laguado Rivas y reconstruida con las limosnas recolectadas por la Tercera Orden de San Francisco!.
Basado en este relato, usando el plano topográfico de 1856, vistas aéreas de la ciudad, exploración magnética del suelo, exploraciones de campo e inspecciones al sitio, difíciles de realizar por la obstrucción de algunos propietarios y ayudado por el hallazgo de las piedras labradas, hecho por los profesores Torres, Chalbaud y Lucena, de la Facultad de Humanidades, se presentan las siguientes conclusiones:
1.-La Ermita y la Iglesia de la Virgen del Pilar de Zaragoza, fueron dos edificaciones independientes, a pesar que inicialmente solo existió la Ermita89.
2.- Creo posible elaborar el croquis y la ubicación del Convento de la Virgen del Pilar de Zaragoza, distribuyendo sus espacios según lo que se acostumbraba en la arquitectura colo-nial90.
3.-Es posible elaborar el croquis y ubicación de la Iglesia de la Virgen del Pilar de Zaragoza, basada en los restos de una pared encontrada y dos puntos de la cepa opuesta, detecta-dos en los sondeos magnéticos91.
4.-En el sitio de ubicación de la iglesia, existe un derrumbe de la barranca, que seguramente contribuyó a desestabilizarla en el momento del temblor, detectado por fotogrametría e inspección al sitio de los ingenieros geólogos Omar Guerrero y Emilio Sánchez92 .
5.- Posible ubicación de la tumba del Oidor Modesto Meller en el eje del cañón de la Ermita93.
6.- Posible ubicación de la tumba de los esposos Laguado Rivas, patronos del Convento Franciscano, al borde del Presbiterio, del lado del evangelio, según el documento de fundación94.
7.-Posible ubicación de la tumba de Monseñor Santiago Hernández Milanés, sobre el eje de la iglesia a pocos metros de su puerta principal, por el miedo, descrito en la partida de de-función95.
Tales conclusiones las presento en un croquis96, que muestra la vecindad donde se desarrolló esta increíble historia de esperanza, frustrada a pesar del poder y la riqueza, solo mantenida por la fe en un destino, más allá de la muerte, como lo expresó Doña Ysabel Ana, en su testamento :
“….y mi alma a Dios nuestro señor para que la lleve a la celestial Jerusalen para donde fue servido criarla y el cuerpo corruptible quiero y es mi boluntad sea sepultado en la Yglesia de mi Padre San Francisco de esta ciudad de Merida…”
Con este trabajo, agradezco mi promoción al Sillón número 14 de la Academia de Mérida. Como notarán, ejerzo una profesión, situada aguas abajo en el río de los conocimientos, por eso arrimo mi noria al multidisciplinario caudal, generado por brillantes investigadores que han escudriñado en sus fuentes, con la esperanza de que los conocimientos que de allí extraje, puedan completar los de aquellos que se permeen y empapen, de lo poco que aquí brindo.
Señores.
Ingº Rosendo Camargo Mora (En la sede de la Academia de Mérida)
Mérida 30 de Mayo del 2018
1.-Eloy Chalbaud Cardona. “Historia de la Universidad de los Andes”. Tomo II. Pág. 151. Ediciones del Rectorado MCMLZVIII
2.- AAM Sección 45B. Libro 198 (partida de entierro del Ilustrísimo Sr. Dr. Don Santiago Hernández Milanés)
3.- El Canónigo Francisco Antonio Uzcátegui, abandonó Mérida el 19/09/1814. Mariano Uzcátegui Urdaneta “Ensayo bibliográfico sobre el Canónigo Uzcátegui” Universidad de los Andes 1963.Sin embargo, Ana Hilda Duque. “Entre la Monarquía y la República”. Ediciones del Rectorado (ULA), Arquidiócesis de Mérida. Archivo Arquidiocesano de Mérida-AAM. Página 155, se refiere a la oración fúnebre pro-nunciada por Monseñor Mariano de Talavera y Garcfés. (Posiblemente fue escrita pero no pronunciada).
4.-AMM. Sección 45B. Libro Nº 197. Fueron exhumados los restos de Fray Ramos de Lora en 1824 de la antigua capilla del Seminario, no se exhumaron otros restos, lo cual podría probar que los restos de Monseñor Santiago Hernández Milanés, no se encontraban en ese lugar. Lo más probable es que el Canónigo no tuvo tiempo de efectuar el traslado.
5.-Fr. Gregorio Arcila Robledo “Las misiones franciscanas en Colombia: Estudio documental” (Bogotá –Imprenta Nacional-1950). .https://archive.org/details/lasmisionesfrancisc00arci Página 210
6.-Tulio Febres Cordero. “Archivo de Historia y Variedades”. CV La Catedral de Mérida. La denomina iglesia de San Francisco.
7.-EDDA O.SAMUDIO A. “DE LA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA” Biblioteca de la Academia Nacinal de la Historia (261). Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Caracas 2007.
8.-El libro “DE LA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA”, incluye los siguientes apéndices: (1)TESTAMENTO DE DOÑA ISABEL ANA DE RIVAS, (2)COBDICILIOS DE DOÑA ISABEL ANA DE RIVAS Y CERTIFICA-CION DE SU DECESO (3)CARTA DE RECONOCIMIENTO DE CENSO SOBRE BIENES DEL MAESTRE DE CAMPIO LUCAS DE LAGUADO (4) ES-CRITURA DE FUNDACION DE CAPELLANIAS (5) TESTAMENTO DEL MAESTRE DE CAMPO LUCAS DE LAGUADO (6) EXPEDIENTE SOBRE LA FUNDACION DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR DE SARAGOZA.
9.- Roberto Picón Parra “Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810)”. Tomo III- Apendice II .Biblioteca de la Academia Nacional de Historia(224)
10.- Roberto Picón Parra “Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810)”. Tomo III-Rivas y Toledo Alonzo García de Rivas. .Biblioteca de la Academia Nacional de Historia (224)
11.-Ibidem. Pág. 290-304
12.- Roberto Picón Parra “Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810)”. Tomo I- García de Gaviria Pedro. .Biblioteca de la Academia Nacional de Historia (197)
13.-Hancer González. “El Ayuntamiento en los orígenes y consolidación de la sociedad colonial merideña (1558-1622)”. Ver apéndice, FUNCIONARIOS DEL CABILDO DE MERIDA (entre 1592 y 1595). Publicado por INMUCU (Alcaldía del Municipio Libertador. Mérida. Venezuela) 2010.
14.- Tulio Febres Cordero. “Décadas de la Historia de Mérida”. (Concesiones de Tierra en la antigua Gobernación de Mérida). Condicio-nes de la concesión.
15.- Roberto Picón Parra “Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810)”. Tomo III.- Repartimiento de Mucumbas, por dejación de su suegro Hernando Cerrada. Título por dos vidas expedido por el Dr. González. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia (224)
16.- Roberto Picón Parra “Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810)”. Tomo III. Rivas y Toledo Alonso García. Pág 290. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia (224)
17.-Mercedez Ruiz Tirado “Parentesco, poder y notabilidad”. 59-76. Año 9 Nº 24 Enero-Abril 1999. ISSN 0798-3069. Mérida- Venezuela FERMETUM.
18.-Testamento de Doña Isabel Ana de Rivas(A.G.E.M.) Protocolos. Tomo XXXVI ff 111v.
19.-Luis Alberto Ramírez Méndez. ”La Tierra Prometida del Sur del Lago de Maracaibo y la villa y puerto de San Antonio de Gibraltar” Grupo Editorial Macprcri c.a.
20.- Roberto Picón Parra “Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810)”. Tomo III.Apendice II,Pág.325.
21.- Hancer González. “El Ayuntamiento en los orígenes y consolidación de la sociedad colonial merideña (1558-1622)”, pág. 71 Publicado por INMUCU (Alcaldía del Municipio Libertador. Mérida. Venezuela) 2010.
22.-Carlos Villalobos León. “Piratas y Corsarios en el Lago de Maracaibo (Siglo XVII)”. Presente y Pasado, Revista de Historia ISSN 1316-1369. Año 6 Volumen 6 Nº 11/12. Enero a Diciembre 2001.
23.-Marcos Vinicio Salas M. “Gobernabilidad de Mérida” (Tenientes de justicia, presidentes y gobernadores (1558-2000)),Fernández de Guzmán, Félix (1639-1644).Durante este período se suceden dos ataques piratas (1641 y 1642).
24.- Roberto Picón Parra “Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810)”. Tomo II. Nota final sobre Juan Fernández de Rojas “…sirvió también en la ciudad de Barinas de este Gobierno, el año pasado de 1640 en el cargo de teniente de Gobernador y Capitán General,…” pág. 128.
25.-Ibidem.; pág. 130-133. Don Francisco de Gaviria, narra el comportamiento del Gobernador Félix Fernández de Guzmán y de Juan Fernández de Rojas, que contradice el informe presentado por Don Juan Fernández de Rojas.
26.-Cedula Real del 6 de Marzo de 1659l, reproducida parcialmente por Roberto Picón Parra “Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810)”. Tomo IV. Pág. 281.
27.-AAM.-Sección 5.Bienes Raíces. Caja 1, Documento 1, 1956, 2ff. Lucas Laguado compra una manzana en Mérida.
28.-Porfirio Sanz Camañez.- “Del Reino a la Corte. Oligarquías y élites del poder en las Cortes de Aragón a mediados del siglo XVII”. Literal d), pág.35. REVISTA DE HISTORIA MODERNA. ANALES DE LA UNIVERSIDAD DE ALICANTE. Nº 19-2001
29.-Fernando Mayorga García. “Real Audiencia de Santa Fe en los siglos XVI y XVII”. (Alcaldía de Bogotá) En la página 138, “. Señalaba además, que al Reino de Aragón en las últimas Cortes celebradas allí, se le había hecho la merced de que dos plazas de las Audiencias de Lima o México se proveerían en aragoneses, y que el Rey por Decreto de 11 de enero de 1647 había mandado que se ejecutase tal compromiso en el doctor Juan Modesto Meler y en Domingo Caverni en las vacantes que hubiese y no habiéndolas en plazas supernu-merarias. Como no había sido posible el cumplimiento del compromiso en los términos pactados, por consulta de 3 de junio el Monarca había resuelto que a Meler se le cumpliera la merced en la Audiencia de Santafé. En tales circunstancias, la Cámara era del parecer de que se conservaran las seis plazas y que el doctor Meler entrara en la que había vacado por la promoción de don Gabriel y Carvajal a la Audiencia de Panamá. El Rey aceptó la propuesta”.
30.-Ibidem. Página 259;El visitador Cornejo le escribe al Rey: “será imposible ni mi vida está segura y más en aquella ciudad, donde se, han visto las muertes del doctor Jorge de Herrera y de D. Francisco de Prada”
31.-Ibidem.página 235. El Oidor Padilla achaca el malestar que sufre a que fue envenenado.
32.- Hacia 1537,https://es.wikipedia.org/wiki/Choconta : Uno de los días en que Jiménez de Quesada y sus hombres estuvieron en Cho-contá, un soldado llamado Cristóbal Ruiz enloqueció repentinamente, mostrando todos los signos de haber perdido el juicio; se compor-taba de forma muy extraña, gritaba furioso y decía incoherencias. Esa misma noche, otros cuatro españoles experimentaron la misma transformación, y a la mañana siguiente eran ya más de cuarenta. Esto causó gran alarma entre Jiménez de Quesada y los demás que no habían sido afectados. Sin embargo, la noche del segundo día , todos comenzaron a reponerse. Entonces se descubrió que la causa de la locura transitoria había sido que las mujeres muiscas de Chocontá que habían sido violadas por los españoles y obligadas a servirles en las labores domésticas, se pusieron de acuerdo para echar en la comida de sus captores una planta alucinógena a la que los muiscas llama-ban tyhyquy10 (Brugmansia sanguinea, conocida vulgarmente como «borrachera»). Muchas mujeres lograron escapar gracias a esta treta.
NOTA: En el camino de Mérida al Paramo se encuentra, silvestre, esta planta pero con flores blancas (Brugmansia Alba).
33.-AGI.-Pasajeros de Indias.-
34.-Jose Antonio de Plaza. “Memoria para la Historia de la Nueva Granada, desde su descubrimiento”
35.-Roberto Picón Parra “Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810)”. Tomo III.El Dr. Juan Modesto Meler, Oidor de la real Audiencia de Santa FR, Visitador General de los partidos de Mérida, Pamplona, Velez, Muso y Palma, inicia su visita (Febrero de 1655).
36.- Tulio Febres Cordero. “Archivo de Historia y Variedades”. Vinculaciones de familia entre los mandatarios coloniales de Mérida.-Enero de 1555. Elección de Cabildo.
37.-Testamento de Isabel Ana de Rivas. Refiere que entregó algunas joyas al Capitán Don Juan Davila para el pleito que se tuvo con el capitán Juan de Rivas.
38.- http://GRUPODETRABAJO.wordpress.com/wp-admin/customize.php . (Epicentro en Pamplona el 16 de Marzo de 1644).
39.-Edda O. Samudio A. “DE LA ERMITA DE NUESTRO SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA”. “Fray pedro Camacho, Definidor en la provincia y Comisario Visitador General de la de Santa Cruz de Caracas, su secretario y otro hermano franciscano, proveyeron una petición en la que se instaban a que dieran inicio a la fundación del convento del Seráfico Padre San Francisco,…”
40.- Roberto Picón Parra. “Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810)”. Tomo I- Catalina de Zurbarán Buenavida casada en primeras nupcias con Francisco de Urdaneta Barrenechea. .Biblioteca de la Academia Nacional de Historia (197).
41.- Edda O. Samudio A.” La importancia de la dote en la historia regional”
42.- José Amador de los Ríos. “Estudios históricos, políticos y literarios sobre los judíos de España”. Universidad de Murcia. Fondo Antiguo Visitar sitio web .
43.– Roberto Picón Parra “Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810)”. Tomo III. Segundo hijo de Pedro de Rivas. Pág 297.
44.-VISITA DEL OIDOR MODESTO MELER A MERIDA EN 1655. Microfilm que contiene las transcripciones de las actas. Deposi-tado en el Archivo de la Biblioteca Febres Cordero de Mérida
45.- Roberto Picón Parra “Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810)”. Tomo II.Pág 133 “Incluso llegó a acsarsele de haber envenenado al Visitador Meler en 1655……”.Biblioteca de la Academia Nacional de Historia (198).
46.-Escritura de fundación de Capellanías. Mérida 16 de marzo de 1656. Anexo 4 del libro “DE LA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA” de la Dra. Edda O. Samudio A.
47.-Testamento de Doña Isabel Ana de Rivas del 27 de Diciembre de 1684 (anexo 1) y Testamento del Maestre de Campo Lucas de Laguado. 23 de abril de 1694 (anexo 5) libro “DE LA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA” de la Dra. Edda O. Samudio A. Personajes mencionados en estos documentos y actuando según suposiciones del autor de esta presentación.
48.-Testamento de Lucas Laguado, 23 de Abril de 1694. “cobren en el Reino de Aragon y Villa de Tauste de donde soy natural y lo fueron mis padres y murieron en dicha Billa que están enterrados en la parroquia iglesia Mayor de dicha Villa en la capilla de Nuestra Señora de Sancho Albarca del Rosario…”. Anexo 5 del libro “DE LA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR DE ZARA-GOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA” de la Dra. Edda O. Samudio A.
49.-Escritura de fundación de Capellanías. Mérida 16 de marzo de 1656.”Y desde luego nos nombramos por fundadores y de dichas dos capellanías, y por falta de ambos lo sean nuestros hijos herederos y sucesores prefiriendo al mayor al menor y el varon a la hembra y a falta nuestra y de hijos lo sean los capitanes Don Bernagdo y Don Alonzo de ribas y Dña Petronila de Ribas hermanos de mi la dicha doña Isabel Ana de Ribas” . Anexo 4 del libro “DE LA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CON-VENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA” de la Dra. Edda O. Samudio A. Esta cita establece que para el 16 de Marzo de 1656, Doña Petronila de Rivas y Jaraba, estaba viva.
50.- Escritura de fundación de Capellanías. Mérida 16 de marzo de 1656. . Anexo 4 del libro “DE LA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA” de la Dra. Edda O. Samudio A. “…en dicha Hermita donde se han de trasladar sus huesos como lo dejó dispuesto”
51.-Fr. Gregorio Arcila Robredo O.F.M.-Los Conventos Franciscanos de Colombia (Estudio Documental).-“Entre la capitulaciones para la fundación por el padre fray Antonio Maqueda, fue que uno de los primeros moradores fuera el pariente de la mujer de Laguado, el her-mano fray Juan de la Concepción”. (Bogotá –Imprenta Nacional-1950). https://archive.org/details/lasmisionesfrancisc00arci Página 210
52.- Edda O. Samudio A. “DE LA ERMITA DE NUESTRO SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA”. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia (261). Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Caracas 2007.Página 39.
53.-Ibidem. Anexo 6 (Agrupa los documentos de expediente sobre la fundación del Convento de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza). Especificamente , memoria de donación presentada por Laguado y su mujer, ante el Cabildo Justicia y Regimiento de esta ciudad de Mérida el 2 de Agosto de 1657.Página 156.
54.- Ibidem. Anexo 6 (Agrupa los documentos de expediente sobre la fundación del Convento de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza). Documento 5.El 13 de Abril de 1660, Lucas Laguado y su mujer, ceden las cuatro parcelas de la manzana. Página 152 (Los documentos no están presentados según el orden cronológico).
55.-La proporcionalidad en la Arquitectura se estudia desde Vitrubio, 15 años antes de Cristo. Pero parece ser que sus textos son muy obscuros. Sin embargo, por experiencia propia, en la restauración de la Casa Paredes de Mérida, se pudieron apreciar unas proporcio-nes entre las diferentes medidas de la construcción, que son las que se utilizaron en este trabajo.
56.- Los colonizadores españoles, no traían instrumentos para medir, a no ser las dimensiones contenidas en su cuerpo. Creemos que la distancia del ombligo al suelo (mitad de la altura del cuerpo, que equivale a un paso), sea la vara (0.84 m.). El tercio de la vara, longitud del pie 0.84/3=0.28 m. El cuarto de la vara, 0.84/4=0.21m., es el ancho de la mano extendida y se denomina Palmo. La longitud de la fa-lange externa del pulgar es la pulgada. La distancia entre los extremos del índice y el pulgar, abiertos al máximo, es la mitad del pie, y se denomina Jeme. Evidentemente, estas medidas son variables con la altura de la persona que las haga, pero representa una media para los de la raza latina.
57.-Victor Manuel Polar Asnar, José Fabre Morillo, José Ignacio Gómez Zorraquino, Carlos Saliena Cabrera, “Tauste en su Historia, Actas de las V Jornadas sobre la Historia de Tauste” donde señalan que las dimensiones de la capilla de la Virgen de Sancho Abarca en Tauste, donde Laguado funda una Capellanía, tiene 7 m. de latitud. x 43 de longitud.
58.- Dra. Edda O. Samudio A. “DE LA ERMITA DE NUESTRA SEÑO-RA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA”. Anexo 4 Escritura de fundación de Capellanías. Mérida 16 de marzo de 1656. . Página 106 “por primer capellan de diccha capellanía al licenciado juan de Rincon presbítero por se deudor mas cercano de mi la dicha doña Isabel Ana de Rivas en el interin fue un hijo nuestro siendo Dios nuestro señor servido dárnoslo se ordene de sacerdote…”
59.- Edda O. Samudio A. “DE LA ERMITA DE NUESTRO SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA”. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia (261). Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Caracas 2007 . Anexo 6 (Agrupa los documentos de expediente sobre la fundación del Convento de Nuestra Señora del Pilar de Zara-goza) Pág 156.
60.-AGEM.Protocolos. Tomo XXXIII. Testamento del Alférez Antonio Quintero Principe. Mérida 4 de Septiembre de 1684 f. 92 (Citado por la Dra. Edda Samudio en Tomo I “El Colegio San Francisco Javier En El Contexto de la Merida Colonial”.
61.- Edda O. Samudio A. “DE LA ERMITA DE NUESTRO SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA”. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia (261). Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Caracas 2007 . Anexo 6 (Agrupa los documentos de expediente sobre la fundación del Convento de Nuestra Señora del Pilar de Zara-goza) Pág 152.
62.-Ibidem.Item 5. Página 153
63.-Ibidem.Página 152.
64.-La fecha de fundación de Capellanías, (16 de Marzo de 1656), revela que para esa fecha Doña Petronila estaba viva, pues aparece como una de los posibles patronos de la Capellanía (Ibidem.pág.106). Por tanto la fecha del asesinato, se ubicó entre 1656 y 1659, pues en este último año, existe la pugna por los cargos del Cabildo de Mérida (Documentos del AGI visualizados a través del programa PARES del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes de España, búsqueda con: LAGUADO, folio 46).
65.- Luis Alberto Ramírez Méndez” LOS HOMICIDIOS EN LA ELITE MERIDEÑA DEL SIGLO XVII.”.Agora, Trujillo 11, Enero –Junio 2003.
” Este homicidio fue sumamente escandaloso y conocido en el Nuevo Reino de Granada; el asesinato fue cometido en abril de 1654 por el Capitán Dávila y Rojas, en complicidad con el cirujano Baltasar de Sampayo y un negro esclavo23 ,desconocemos cuales fueron los motivos y como se efectuó el uxoricidio, pero Doña Clara expresa en su testamento que su hija fue miserablemente asesinada por su esposo.”
En la cita anterior (64) se aclara que el asesinato debió ser en fecha posterior a 1656 (probablemente 1658). El nombre del esposo Cápitán Dávila y Rojas, es el mismo Dávila Gaviaria, usado en este escrito (ver .- Roberto Picón Parra “Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810)”. Tomo II.Pág 164).
66.- Tulio Febres Cordero. “Archivo de Historia y Variedades”. Vinculaciones de familia entre los mandatarios coloniales de Mérida.-Enero de 1660. Elección de Cabildo. Aparece Lucas Laguado ostentado el cargo de provincial de la Santa Hermandad.
67.-AGI. A través del Portal de Archivos Españoles (PARES) , entrando con LUCAS LAGUADO (1610-1694) se pueden visualizar 106 folios.
68.- Edda O. Samudio A. “DE LA ERMITA DE NUESTRO SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA”. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia (261). Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Caracas 2007.Anexo 1 (Testamento de Doña Isabel Ana de Rivas. Mérida 27 de Diciembre de 1684).Página 68.
69.- Ibidem.Página 68.
70.- Edda O. Samudio A. “DE LA ERMITA DE NUESTRO SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA”. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia (261). Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Caracas 2007 . Anexo 6 (Agrupa los documentos de expediente sobre la fundación del Convento de Nuestra Señora del Pilar de Zara-goza) Pág 199.
71.- Edda O. Samudio A. “DE LA ERMITA DE NUESTRO SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA”. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia (261). Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Caracas 2007.Anexo 1 (Testamento de Doña Isabel Ana de Rivas. Mérida 27 de Diciembre de 1684).Página 58.
72.-Sismo de 1674. (Palme y Altez, 2002).Revista Geográfica Venezolana, Número especial 2005, 233-253
73.- Edda O. Samudio A. “DE LA ERMITA DE NUESTRO SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA”. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia (261). Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Caracas 2007.Anexo 1 (Testamento de Doña Isabel Ana de Rivas. Mérida 27 de Diciembre de 1684).Página 59.
74.- Edda O. Samudio A.”Conmoción en Mérida Andina: los sísmos de 1673 y 1674”. Procesos Históricos: revista de historia y ciencias sociales. Julio, Vol. 1, Nº 2. Universidad de los Andes. Mérida- Venezuela.
75.-Marcos Vinicio Salas M. “Gobernabilidad de Mérida” (Tenientes de justicia, presidentes y gobernadores (1558-2000)),Ediciones del rectorado. Talleres Gráficos Universitarios. Mérida- Venezuela. Página 79.
76.- Edda O. Samudio A. “DE LA ERMITA DE NUESTRO SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA”. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia (261). Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Caracas 2007.Anexo 2 (Cobdicilios de Doña Isabel Ana de Rivas. Mérida 27 de Diciembre de 1686).Página 89.
77.- Edda O. Samudio A. “DE LA ERMITA DE NUESTRO SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA”. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia (261). Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Caracas 2007.Anexo 1 (Testamento de Doña Isabel Ana de Rivas. Mérida 27 de Diciembre de 1686).Página 73.
78.- Edda O. Samudio A. “DE LA ERMITA DE NUESTRO SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA”. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia (261). Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Caracas 2007. Página 42.
79.- Edda O. Samudio A. “DE LA ERMITA DE NUESTRO SEÑORA DEL PILAR DE ZARAGOZA AL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE MERIDA”. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia (261). Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Caracas 2007 . Anexo 6 (Agrupa los documentos de expediente sobre la fundación del Convento de Nuestra Señora del Pilar de Zara-goza) Pág 170.
80.- Fr. Gregorio Arcila Robledo “Las misiones franciscanas en Colombia: Estudio documental” (Bogotá –Imprenta Nacional-1950). .https://archive.org/details/lasmisionesfrancisc00arci. En la página 211, se lee el siguiente párrafo: ”Mérida fue presentada para su extinción y se llevó a efecto a pesar de los desesperados esfuerzos de la ciudad por evitarlo, el año de 1782. En nuestros archivos está el enorme legajo de ese proceso que tiene 55 hojas. ¡Como peleaban unos y otros por quedarse con las alhajas que habían dado nuestros bienhechores a la provincia santafereña!.
81.-Eloi Chalbaud Cardona. “HISTORIA DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES”. TOMO I. Ediciones del Rectorado. Mérida MCMXC- Vene-zuela. Página 83. Comunicación fechada el 29 de Marzo de 1785.
82.- Ibidem. Página 86. Real Célula fechada en Madrid el 20 de Marzo de 1789.
83.-AGM. Ventas de Miguel Lopez, Pbro. Antonio Uzcátegui, Pbro. José Dugarte y Doña María Juana Aristizabal. A fray Antonio Ramos de Lora.
84.- Christl Palme de Osechas, María T. Morandi S.y José E. Choy .-Re-evaluación de las intensidades de los grandes sismos históricos de la región de la cordillera de Mérida utilizando el método de Bakun & Wentwor th.Revista Geográfica Venezolana, Número especial 2005, 233-253.
85.-Dra. Hilda Duque. Reproduce la comunicación del Obispo a Fray Fernando Villate en “ENTRE LA MONARQUIA Y LA REPU-BLICA”.Página 478.- AAM. Sección 31 Gobierno Cívil. Caja 16
86.-Ibiden.Página 479
87.- Roberto Picón Parra “Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810)”. Tomo IV. Página 508.
En los Apuntes de Don Antonio Ignacio Picón, dice textualmente “Hoy Domingo 17 de Septiembre (de 1809) se concluyó la Iglesia de San Francisco, que se reedificó de limosna por los hermanos de la Tercera Orden y corrió con la obra Don Antonio Amaya”
88.- Dr. Ricardo Labastida.”Biografía de los Obispos de Mérida”. Boletín de la Academia Nacional de historia. Tomo XLI, Nº 163.
89.- INICIALMENTE SOLO EXISTIO LA ERMITA CONSTRUIDA POR LOS LAGUADO RIVAS, QUE FUE UTILIZADA POR LOS SACERDOTES DEL CONVENTO HASTA QUE, ALEGANDO QUE ERA INSUFICIENTE, LA CONGREGACION LOGRO QUE LE ASIGNARAN LA TOTALIDAD DEL TERRENO Y EN EL NUEVO ESPACIO CONSTRUYERON UNA IGLESIA MAS AMPLIA.
LA PRIMERA ESTARIA CONTENIDA DENTRO DE LA CASA ORIGINAL DE LAGUADO Y OCUPARIA UN ALA DE LA CONSTRUCCION, SIN SALIRSE DE UNA PARCELA..- LAGUADO LA DESCRIBE COMO DE SIETE PUERTAS, LO QUE SUGIERE QUE ESTUVO ABIERTA AL PUBLICO, CON UNA SACRISTIA ATRÁS DEL ALTAR, CON ACCESO DESDE EL CONVENTO (2 PUERTAS), ACCESOS LATERALES (4 PUERTAS) Y ENTRADA FRONTAL (1 PUERTA). SEGÚN EL TESTA-MENTO DE ISABEL ANA, SE DEJARIA PARA CELDAS DEL CONVENTO, CUANDO SE CONSTRUYERA LA SEGUNDA.
SI LA PRIMERA ERA INSUFICIENTE, ESTA SEGUNDA DEBE SER MAS GRANDE (3 NAVES EN VEZ DEL CAÑON UNICO) .
90.-EL CONVENTO SE INSTALO EN UNA CASA EXISTENTE QUE HABIA COMPRADO LAGUADO Y SEGÚN SU DES-CRIPCION TIENE SEIS PIEZAS Y ESPACIO PARA COCINA Y REFECTORIO. LA MORFOLGIA DE ESTAS CASAS COLO-NIALES SE ENMARCAN EN UN CUADRADO DE 28X28 m.xm. Y REPARTEN SUS ESPACIOC EN LA PROPORCION 1:2. BAJO ESTA HIPOTESIS PUEDE DESARROLLARSE UN PLANO.
91.- UTILIZANDO EL GPR (GROUND PENETRATING RADAR), SE TRATO DE IDENTIFICAR LA PRESENCIA DE ROCAS, BAJO LA HIPöTESIS QUE PERTENECIERAN A LAS CEPAS UTILIZADAS COMO BASES DE LAS PAREDES DE TIERRA PISADA. SE DETERMINARON DOS PUNTOS QUE PODRIAN DEFINIR UNA CEPA RECTA. EN VISITA AL SITIO SE ENCONTRó UNA PARED PISADA DE 0.84 m. (UNA BARA), medida de la época. LO CUAL INDUCE A PENSAR EN PAREDES MUY ALTAS POR SER MAS GRUESAS QUE LAS PAREDES DE CARGA DE LA CASA PAREDES (0.63m. DE ESPESOR)
LA POSIBLE CEPA, DEFINIDA POR LAS ROCAS DETECTADAS, RESULTO PARALELA A LA PARED DE TIERRA PISA-DA DE GRAN ESPESOR, LO CUAL PERMITE ESTABLECER EL ANCHO DE LA IGLESIA , ENTRE ESAS DOS PAREDES DE CARGA.
92.-USANDO LA FOTOGRAFIA AEREA SE DETERMINO LA EXISTENCIA DE UN DERRUMBE ANTIGUO DE LA MESETA, DONDE INCIDE LA QUEBRADA “LA LIRIA”, CONTRA EL RIO ALBARREGAS. LAS CRECIDAS DE LA LIRIA, ARRECUES-TAN AL RIO CONTRA EL PIE DEL TALUD, DESESTABILIZANDOLO Y HACIENDOLO MAS VULNERABLE A UN SISMO”.
ANTE ESTA EVIDENCIA, DOS INGENIEROS GEOLOGOS, VISITARON EL SITIO Y COMPROBARON LA PRESENCIA DE UN DESLIZAMIENTO, AUN ACTIVO.
93.-CONOCIDA LA PLANTA DEL CONVENTO, PARECE LOGICO AFIRMAR QUE EL OIDOR MODESTO MELER, ENTERRA-DO EN LA ERMITA, ESTARIA EN EL ORATORIO, POSIBLEMENTE EN EL EJE DEL CAÑON. COMO LAGUADO NOS INDI-CA QUE ATRÁS DEL ORATORIO ESTA UNA SACRISTIA, SE DESECHA EL PRIMER AMBIENTE Y SE TOMA EL SEGUNDO COMO EL PRESBITERIO DE LA PRIMERA IGLESIA (ORATORIO ORIGINAL).
94.-UBICADA LA IGLESIA, SE DEMARCA EL PRESBITERIO Y SEGÚN EL TESTAMENTO DE LAGUADO, SU TUMBA ES-TARÏA AL LADO DEL ALTAR, DEL LADO DEL EVANGELIO:
95.- UBICADA LA IGLESIA, ADMITIENDO UNA PLAZUELA FRONTAL, DONDE ESTARIA EL ATRIO, SE APROXIMA LA UBICACIÓN DE LA PUERTA FRONTAL Y SEGÚN EL ACTA DE DEFUNCION, EL CUERPO FUE ENTERRADO BAJO EL PAVIMENTO DE LA IGLESIA ( NO DICE EN EL ATRIO SINO EN LA IGLESIA).
96.- SE ANEXA UN CROQUIS BASADO EN LAS AFIRMACIONES ANTERIORES:
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