Por: Dra. Norma Celina Carnevali Lobo
Discurso de Incorporación a la Academia de Mérida como Miembro Correspondiente Estadal pronunciado el día 21 de septiembre del 2022.
El tema de las ciudades comunales se ha planteado nuevamente a raíz de la discusión del proyecto de Ley presentado el 11 de marzo del 2021, ante la Asamblea Nacional con el objetivo de impulsar la organización ciudadana comunal. Aun cuando el proyecto de ley continua en discusión, han sido aprobados los primeros 10 artículos, de los cuales resaltamos el Artículo 4, que define las Ciudades comunales como “ una instancia constituida por iniciativa popular, mediante la agregación de Comunas en un ámbito territorial determinado a partir de las dinámicas funcionales y geo históricas, con intereses y valores comunes, donde se ejercen los principios de soberanía y participación protagónica como expresión del Poder Popular, en concordancia con el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación. A tales efectos se asumen en la Ciudad Comunal los procesos progresivos concretos, políticos, económicos, sociales, culturales y espaciales que fomenten políticas especiales de estímulo y soporte en cuanto a matriz de decisiones, competencias y recursos que podrían tener estas formas organizativas dentro de la estructura del Estado venezolano y sus distintas escalas de gobierno, vistas de forma integral y sistémica”
Revisando lo anterior y centrándonos en la denominación de Ciudad Comunal, su solo enunciado nos remite al quehacer urbanístico, dado que están concebidas como una política pública de gestión y cogestión. Para ello, consideramos pertinente recordar los principios constitucionales que rigen la actividad urbanística en Venezuela, dado que los planes de gestión comunal planteados se dan en el espacio local, donde administrativamente se encuentra el poder público municipal, y tendremos que establecer coincidencias y/o desavenencias existentes entre ambos. Esto con el fin de entender las nuevas condiciones para el devenir de las aglomeraciones urbanas venezolanas, y el desarrollo de actividades sociales, económicas, políticas y urbanísticas, que guíen la convivencia en sociedad y sean aplicables igualitariamente a lo público y lo privado.
Admitiendo que el urbanismo y la ordenación del territorio son materias en las que el poder municipal es sujeto de tutela del poder nacional, la Ley del Poder Municipal (LPM) prevé la posibilidad de crear demarcaciones locales que permitan hacer más eficiente la gestión pública municipal. Así está planteado en su Art 19: que establece que además de los municipios, son entidades locales territoriales: (entre otras) La comuna. Más adelante la LPM en su Art 56 desarrolla las competencias del Municipio y demás entidades locales, como “La gestión de las materias que la Constitución de la Republica y las Leyes nacionales le asignen”. Siguiendo la narrativa, complementa en su Art 60 que: cada Municipio, según sus particularidades, tendrá un Plan que contemple la ordenación y promoción de su desarrollo económico y social. Mucho más adelante, en Art 111 establece que “El Consejo Local de Planificación Publica es el órgano encargado de diseñar el Plan Municipal de Desarrollo y los demás planes municipales”
Muy a pesar de lo antes previsto en la LPM, en la exposición de motivos de la propuesta de ley de la Ciudad comunal, se desarrolla una nueva configuración jurídica de planes de gestión que pretenden fortalecer a la ciudadanía y reconocer la diversidad de los territorios comunales. En este documento, se dispone que a partir de unidades funcionales con criterios geo históricos e identidad de sus habitantes, se satisface el propósito de consolidar y expandir los nuevos procesos sociales, políticos y organizativos, según los postulados de la ley propuesta.
Ante esta realidad manifiesta, es necesario que las comunidades se integren al proceso de planificación urbana, formando parte de la toma de decisiones para asegurar avances en la solución de los problemas existentes en la ciudad. Este punto tan importante debe llevarse a cabo con sumo cuidado, ya que las leyes que dan vida al poder comunal parecen estar desvirtuando la competencia de las instancias de gobierno municipal establecidas y constitucionalmente previstas. Esta situación podría tener como consecuencia la incorporación de actores sociales sin la debida preparación y concepción de ciudad, tratando de resolver solo pequeños problemas sin la visión de conjunto necesaria en el momento de establecer actuaciones urbanísticas.
El planteamiento hecho en el proyecto de ley que propone las Ciudades comunales, establece que los planes a ser elaborados serán en el Consejo comunal: el Plan comunitario de desarrollo integral; en las Comunas el Plan Comunal de desarrollo, y los Planes comunitarios serán los que se compilaran en el Plan Comunal de Desarrollo de las Comunas, dando así expresión a la Ciudad comunal.
Es así, como el sistema nacional de planificación comunal, es concebido como planes de gestión que tiene como propósito el uso de recursos públicos que le sean asignados directamente o en transferencia de competencias de otras instancias de poder, para la concreción de planes, programas y proyectos comunitarios que mediante la incorporación de actores sociales de distinta índole, busquen mejorar los espacios que habitan. Sin embargo, y dado que los Consejos comunales, las Comunas y las mismas Ciudades comunales se encuentran inmersas dentro del ámbito municipal, deben estar en concordancia con los Planes municipales de desarrollo, los Planes de desarrollo urbano local y lo pautado por el Consejo Local de Políticas Públicas, cumpliendo así con lo establecido en la Ley del Poder Municipal y la Ley de planificación pública. Tomando además en cuenta, los Planes de ordenación del territorio y de Ordenación urbanística para adecuar y redistribuir de manera equilibrada los contingentes demográficos y las actividades productivas; logrando una integración espacial y funcional en la ciudad. De esta manera, se entraría en correspondencia con el Sistema nacional de Planificación pública, y se evitaría la toma de decisiones diferentes a lo pautado en todos los planes involucrados, y evitando la duplicidad de recursos.
El nuevo estilo de planificación dibujado en la Ley de las Ciudades Comunales, deja de ser normativo y se convierte en un proceso participativo, cambiante, dinámico, basado en la capacidad y voluntad de la sociedad y su permanencia en el tiempo. En contraposición, pensamos que lo ideal es contar con herramientas que tengan una visión de ciudad global, que se adecue a las complejas exigencias del entorno, la sociedad que la habita y el territorio. De esta manera, el desarrollo de políticas públicas y acciones urbanas sustentables, y la asignación de usos de suelo, permitan transferir el conocimiento de manera accesible, fortaleciendo las capacidades de los espacios comunales en todos los niveles y entre todos los interesados en los temas de ciudad, sin dejar ningún territorio sin ser gestionado por igual.
Con este panorama diseñado, explicar la ciudad venezolana de hoy como concepto, nos lleva a mirarla desde su realidad social, desde la esencia de su espacio social y de acuerdo a la forma del asentamiento de las comunidades. Considerar la ciudad como comunidad que se expresa materialmente, es estudiarla desde el urbanismo, es decir, entender que los grupos sociales se asientan en espacios dentro de ella y van adoptando formas que generan una estructura urbana. Al entender la ciudad como comunidad humana, se considera lugar de emplazamiento de diversos grupos sociales, es decir, la ciudad como entramado de una sociedad que dispone de espacios diversos, con variadas actividades y que va adecuando el espacio para satisfacer sus demandas y necesidades.
El espacio de la ciudad lo llamamos también urbano, asumiendo el modo de vida de sus habitantes sobre el espacio físico ambiental en el que se asienta, y entendiendo sus condiciones de habitabilidad que responden a la adecuación que los grupos sociales hacen de los sectores para vivir. La vivencia de la colectividad sobre el lugar, y la organización de la sociedad local para el desarrollo de sus actividades cotidianas y su representación, van generando un espacio característico y diferenciado que responde a esos modos de vida, que llamamos urbano. Por tanto, el espacio urbano o la ciudad son consecuencia de su construcción en distintas etapas históricas, que se continúan, se yuxtaponen, que a su vez son dinámicas y producto de diversas concepciones dialécticas, que están constantemente cambiando para construir una imagen de ciudad, a lo largo de su desarrollo, de acuerdo al grupo social que lo habita.
En la actualidad y mediante un proyecto de Ley, las ciudades venezolanas pretenden ser delimitadas en espacios comunales como suma de partes, para darle expresión territorial al llamado poder comunal, lo que lleva a la necesidad de analizarlos respecto al todo. Hay que tomar en cuenta que ese espacio social que es hoy la ciudad, es un sistema abierto que se extiende por un amplio territorio producto de la difusión de la urbanización, que intercambia materia, energía e información con el medio en el que se inserta, con una movilidad humana diaria. Considerando esta forma de concebir la expansión de las ciudades tradicionales, nos preguntamos si es posible definir, reconocer y delimitar la ciudad comunal, en contraste con la opinión de los urbanistas actuales que afirmamos que la ciudad contemporánea no tiene límites definidos y se ha imbricado con el espacio rural.
El estudio de los espacios urbanos que conforman la ciudad es multidisciplinario, lo cual ayuda a explicar el fenómeno urbano y las condiciones por lo que se dan y cómo funcionan. Esta revisión podría arrojar parámetros, lineamientos y criterios para determinar sus tendencias de expansión y proceso de consolidación, lo cual permitiría el abordaje para la gestión. Para entender la expresión física de los grupos sociales sobre el territorio de la ciudad, enunciamos los procesos urbanos que le han dado vida a su configuración. Actualmente, la ciudad y por ende el fenómeno urbano presenta una mayor complejidad, mayor magnitud en el espacio que ocupan, sujeto a condiciones ambientales variadas, dependiendo del interés del sector que ocupen.
Cada uno de estos fenómenos, ofrece una visión parcial del fenómeno social que tiene su expresión en el espacio físico, donde se concretan la acción de los habitantes de la ciudad y su enfoque social, económico y político. Estos fenómenos se analizan a partir de revisar la elección que hacen los grupos sociales para su localización residencial, el origen para establecer patrones de morar en la ciudad, donde expresan arraigo, apego, e imaginarios urbanos resultantes de la movilidad urbana. Para su mayor comprensión los mencionamos por separado, pese a que están imbricados en el espacio urbano:
Comenzamos con el proceso de dispersión urbana: que se configura con mayor facilidad en las periferias, con modelos de crecimiento sobre infraestructura vial rural, se tiende a nuevos fragmentos de urbanización en los entornos rurales y naturales, en territorios que en muchas ocasiones presentan amenazas de riesgos. Continuamos con el fenómeno de la exclusión urbana: que puede ser entendida como exclusión social, inequidad y marginación social que son tópicos que destacan entre los problemas sociales actuales, siendo la ciudad el principal escenario en el cual se expresan, por tanto esos problemas sociales no pueden desvincularse de la dimensión territorial.
Más adelante la segregación urbana: que es una noción que ha sido abordada de diferentes maneras, como segregación social, segregación territorial, segregación residencial, entre otros. La segregación en sí, se define como una desconexión, exclusión o aislamiento cotidiano entre los grupos sociales con tendencias discriminatorias. Finalmente escrutamos la Fragmentación urbana, como proceso territorial mayor que se construye a través de tres subprocesos: fragmentación social, fragmentación física y fragmentación simbólica; y en cualquiera de los casos supone la independencia de las partes en relación a todo el sistema urbano existente.
En la actualidad, se ha generado en el país una crisis económica la cual se ve expresada en el espacio, observamos como la ciudad venezolana contemporánea ha ido adoptando diseños urbanos a partir de la fragmentación de la ciudad, expresados en los llamados condominios cerrados como pretexto de seguridad ciudadana. Este fraccionamiento a través de rejas u otros dispositivos, ha creado en los sectores tradicionalmente concebidos como espacios abiertos, nuevas forma de organización social apegados a la expresión en lo urbano. El cerramiento de determinados lugares, introduce una forma de aislamiento tanto al interior de los mismos como con el resto de la ciudad.
En estas condiciones, la ciudad venezolana en la actualidad presenta la aparición de espacios residenciales cerrados, conformados por grupos que participan y se protegen de la violación de sus más elementales derechos ciudadanos. Nuestras ciudades transitan entre los espacios tradicionales y los espacios que apuntan a la modernidad, entre los espacios centrales y las periferias, entre grupos establecidos desde hace tiempos y los que emergen con nuevas visiones. Esto obliga a observar la realidad urbana actual en sus complejos procesos de intercambio diario, de continuidad y discontinuidad de su tejido, de diversidad y creación imaginaria, donde los sujetos le dan sentido y significado a la vida urbana, a través de la construcción de los espacios que habitan. En este contexto, el fenómeno de exclusión urbana se refiere no solo a la pobreza y a las desigualdades sociales de sus integrantes, sino al hecho de tener o no un lugar adecuado para ocupar en la ciudad, la exclusión marca la distancia entre los que participan en la dinámica urbana y quienes se benefician de ella.
Podemos afirmar que el desarrollo urbano en Venezuela, da cuenta de la producción social del suelo como proceso histórico generador de ciudades fragmentadas, segregadas y desiguales, sobre las cuales se han librado importantes disputas no solo por el acceso a la tierra urbana, sino también por las formas mismas de producir y morar en la ciudad, generando hábitat residenciales heterogéneos. Si los planes del llamado Poder Comunal buscan mejorar los mecanismos de generación de políticas públicas y pasar a una gestión eficiente y participativa, en principio se deben considerar las expresiones sociales existentes hoy en el espacio, sin menoscabar la estructura urbana presente.
El accionar de la exclusión urbana, tiene su efecto expresándose en la desintegración social que provoca una segregación socio espacial, mostrando una conformación de áreas socialmente homogéneos donde se concentran los pobres y excluidos. De esta manera, el Plan de desarrollo integral a construir en los Consejos comunales debería buscar enfatizar en las instancias de participación, como primer paso en la construcción de políticas públicas con miras a la gestión participativa.
Esta actuación podría profundizar en la espacialización de la pobreza, que debe ser pensada como un fenómeno que toca a una gran parte del territorio y que acentúa las fronteras entre los diferentes sectores urbanos. A las áreas marginadas por mucho tiempo, se agregan también en los últimos años los espacios ocupados por las llamadas clases medias, que han sufrido un proceso de empobrecimiento, propietarios de viviendas en sectores muy golpeados por la por la crisis, y con multiplicidad de problemas en sus espacios físicos, debido a la desinversión reinante.
Ahora bien, la expresión de la fragmentación urbana se ha aunado el de segregación urbana, sobre todo en sectores donde al acceso a bienes y servicios y alejados del área central de la ciudad, hacen que los ciudadanos enfrenten muchas dificultades, y los lleva a construir nuevos espacios de intercambio y convivencia. Gran parte de la noción de fragmentación urbana se podría tratar en el Plan Comunal de desarrollo que da expresión al estado comunal en las llamadas Comunas, buscando mejorar su condición de fragmentos sin vinculación entre ellos, y procurando no separarlos aún más. Estos planes están enfocados en lograr la sustentabilidad ambiental, ampliando los mecanismos de cogestión y autogestión.
Estos procesos urbanos estudiados y los planes concebidos para atenderlos, conjugan procesos de dispersión urbana, fragmentación, segregación, exclusión urbana y asentamientos humanos irregulares con una disminuida accesibilidad, cuya sumatoria seria parte de lo planteado en el Plan de Desarrollo de la Ciudad comunal establecido para gestionarla. Estos planes así dirigidos para intervenir por separado los espacios de la ciudad, profundizan su conceptualización como ciudades divididas tanto social como espacialmente, con enormes contrastes entre asentamientos informales y sectores formales.
En consecuencia, la Ciudad comunal como expresión de la apropiación hecha por los grupos sociales, está llamada a intervenir y corregir los efectos negativos de los procesos urbanos presentes en un territorio fragmentado que es hoy la ciudad, sin buscar controlar socialmente a través de grupos escogidos, que profundicen dichos procesos. La ciudad de hoy, sugiere la necesidad de repensar la relación público- privado, buscando rompe la desarticulación entre ellos, tratando de reconstruir los vínculos que deben existir entre ambos, para permitir las condiciones esenciales de la vida urbana, donde se puedan ver representados todos los grupos sociales. En tal sentido, un enfoque diferente de la fragmentación, sin delimitar como ciudad a cada fragmento, puede ser el punto de partida de nuevas formas de bisagra de lo urbano, en las que se entrecrucen acciones que superen visiones simplificadoras de los procesos urbanos, las concepciones meramente ideológicas o las leyes aplicadas a las relaciones sociales, sin mediar la comprensión de los hábitat residenciales.
Todas estas observaciones desde la perspectiva de este trabajo, se inclinan por la identificación de los fenómenos de exclusión, segregación y fragmentación urbana presentes en las ciudades venezolanas, lo cual resultaría clave para buscar la cohesión social de la ciudad. Las ciudades cohesionadas socialmente son aquellas donde las personas la habitan con sentido demócrata, donde existe una distribución adecuada de bienes y servicios urbanos, se promueve la participación, la defensa de los derechos humanos y el cuidado ambiental.
Por otra parte, se identifican para su intervención los territorios excluidos y urbanamente desfavorecidos, se señalan las condiciones de la vivienda, servicios y bienes urbanos, y la necesaria conectividad que debe existir, para brindar una adecuada movilidad, al margen del sistema de movilidad social de la ciudad. En ambos casos, el objetivo es garantizar el acceso a las oportunidades presentes en la ciudad y la promoción de valores y comportamientos sociales, para que los habitantes sean y se perciban como parte de ella, con el fin de gozar de todos los derechos ciudadanos previstos.
Finalmente, la ciudad a construir debe contar con un adecuado diseño de políticas públicas, en la búsqueda de ciudades socialmente inclusivas y territorialmente articuladas, con políticas de desarrollo urbano pensadas para toda la ciudad, estableciendo actuaciones urbanísticas en las distintas escalas territoriales, entendiendo la ciudad como una unidad y con un horizonte de crecimiento ordenado de la misma. Visto así, pretender desagregar la ciudad en base a soluciones meramente teóricas, técnicas o políticas puede ser una ilusión, cuando no se consideran los modos de vivir, las formas de organización de los habitantes y sus maneras de intercambio. De esto se desprende, que los gobiernos locales deben enfocarse en diseñar políticas públicas en pleno ejercicio de sus competencias, sin menoscabar la presencia de los espacios comunales para incluir a todos los actores sociales que conforman el territorio, buscando cohesión para transformar sus hábitat residenciales, a fin de reducir los contrastes entre los sectores poblacionales con mayores recursos económicos y los que menos tienen.
Para finalizar quisiera dejar un pensamiento del recientemente fallecido Arquitecto Fruto Vivas:
“El espacio físico creado por el hombre penetra en él, por todo su sistema perceptivo, porque la ciudad penetra en el hombre por sus sentidos, la ciudad huele, se escucha, se toca, se saborea, se ve. Pero también, se siente, se ama o se odia, la ciudad como obra de nosotros mismos tiene memoria, tiene sueños y por sobre todo, tiene una realidad actuante, tangible y dinámica. No en vano cada ciudad tiene sus soñadores que le cantan como a un ser humano, y toda la nostalgia del encanto de una ciudad perdida en el recuerdo es evocada en hermosos poemas. Entonces la ciudad está viva mientras viva la gente de ella”
Gracias por su atención