Discurso pronunciado durante el Homenaje que rinde la Academia de Mérida a la Dra. Nancy Fréitez de Sardi

Por: Dr. Ricardo Gil Otaiza

Presidente de la Academia de Mérida


Cuando se me planteó la posibilidad de un homenaje a la querida colega, Dra. Nancy Fréitez de Sardi, no vacilé ni un solo instante, no sólo por lo que ella representa en nuestra institución, sino por lo que ha significado en la vida de muchos de los que estamos acá. En lo personal, tengo de conocerla a ella y al Dr. Galeno Sardi, su amantísimo esposo, cerca de treinta años, cuando éramos invitados permanentes en todas las reuniones sociales que se organizaban en la vieja y hermosa casona de la Urbanización El Encanto del Dr. Pablo Paredes Vivas, con quien nos unían lazos muy estrechos. El Dr. Pablo había sido mi profesor de Toxicología en la Facultad de Farmacia, también el de mi esposa, y por esos azares del destino, y gracias a la donosura de mi recordados suegros gallegos, terminamos siendo amigos entrañables, también de su recordada esposa Cristina y de su hijo Pablo (hoy reconocido médico de la localidad). Mis hijas y los hijos de aquellas familias que también eran invitadas a esas gratas celebraciones, constituyen sin más toda una generación que creció a la sombra del cariño de verdaderos amigos. Atesoramos fotografías de aquellos tiempos, y cuando las miramos de nuevo no podemos contener una exclamación (y hasta algún suspiro) frente al inexorable paso del tiempo. Pablo Paredes hijo (o Pablito, como lo llamábamos cariñosamente) se casó con Luz Marina Bez, y de aquella unión nació un nuevo Pablo contemporáneo con mi hija mayor, y estas circunstancias afianzaron aún más los lazos de amistad entre las familias, y el nacimiento del niño (y de mis dos hijas menores), sus bautizos, y sus sucesivos cumpleaños, constituyeron formidables excusas para el permanente reencuentro familiar. Estas son las primeras imágenes que me llegan a la mente cuando pretendo escribir para este homenaje a la académica Dra. Nancy Fréitez de Sardi.

Fuera del contexto familiar me encontraba con la colega Nancy en diversidad de lugares y celebraciones: bautizos de libros, actos en la APULA, recitales poéticos (por cierto, ella es amante y cultora de este espléndido género), Feria Internacional del Libro Universitario, homenajes, conferencias, y un sinfín de actividades que nos conjuntaban, ya que compartimos el eje común de ser consecuentes lectores y asiduos enamorados de todo aquello que la cultura nos regala como ARS civilizatorio (renglón aparte de ser defensores a ultranza y sin medias tintas del medio ambiente). Como se podrá colegir de lo hasta ahora dicho, quien esto expone y la homenajeada tenemos muchos puntos en común. Eso sin contar que a partir del 6 de junio de 2012, fecha de mi ingreso a la Academia de Mérida, comenzó una nueva etapa en nuestro compartir y pude valorar en ella otras facetas aún no descubiertas en su compleja personalidad. Si ya desde entonces valoraba y respetaba a la Dra. Nancy Fréitez de Sardi como universitaria cabal, como defensora de la autonomía, como comunicadora social desde su programa de radio (al que fui invitado en una ocasión y en el que enarbolaba la bandera del medio ambiente y nos alertaba frente a los desmanes tecno-científicos en su contra), como esposa y madre ejemplar; a partir de mi incorporación en la Academia pude sopesar su rol de equilibrio, sindéresis y de amistad en estos espacios. Cada intervención de la querida colega estaba matizada por una sutileza que la llevaba a expresar sin ambages sus opiniones, pero jamás en detrimento o con ofensa a los demás. Si las discusiones, por X o por Y, se tornaban tensas, ella lograba el portento de entregar salidas airosas que permitían discurrir sin mayores traumas, y salir al paso a los malos entendidos y a las discrepancias. En mi asombro pude ver en ella al equivalente del fiel de la balanza que buscaba equilibrar los disensos en pos de los objetivos comunes, y créanme estimados colegas que siempre lo alcanzó. No sé si su actuar dentro de las instituciones, al mejor estilo gerencial, sea una cuestión innata, pero lo que sí sé es que su formación doctoral en el campo de la mente, le entregó extraordinarias herramientas para sortear con dignidad y altura los múltiples tropiezos que tuvo que enfrentar en su dilatada carrera como profesional de la medicina y como académica.

En la colega Dra. Nancy Fréitez de Sardi se conjugan especiales dones, que hacen de ella una persona equilibrada, segura de sí misma, pero no arrogante ni soberbia, respetuosa de las diferencias de opiniones, tolerante en su trato para con los demás, honesta, sincera y afectuosa. Sus actuaciones en estos espacios siempre son recordadas como ceñidas a las buenas costumbres, a la educación, al afecto que todo lo puede; incluso aquello que a primera vista luce como irreal o imposible.

Pues bien, distinguidos colegas, esta tarde la Academia de Mérida le rinde merecido homenaje a esta numeraria, a esta dama, a ésta artífice institucional, quien ha estado entre nosotros desde hace muchos años y cuyos aportes han sido significativos para la Universidad de Los Andes, para la Academia y para la ciudad. Si bien sus emblemas han sido siempre la amistad, el optimismo y la entrega apasionada a  sus quehaceres, nunca como ahora tales premisas han sido tan necesarias entre nosotros, que nos debatimos en lo personal y profesional en medio de una crisis indescriptible, que nos roba la felicidad y el futuro.

En nombre de la institución será el orador de orden el Dr. Luis Sandia, Miembro Correspondiente Estadal y director del CIDIAT, quien desde la amistad y la defensa del medio ambiente como premisas, tendrá la responsabilidad de catalizar parte de la actividad de la tarde de hoy. Luego intervendrá la Dra. Patricia Rosenzwey Lévy, Individuo de Número de la Academia de Mérida y Vicerrectora Académica de la ULA, quien hará entrega, tanto a la homenajeada como a su distinguido esposo, la Orden Rafael Chuecos Poggioli. En lo particular, espero que este homenaje quede grabado en la mente de nuestra querida colega, de su esposo y de sus hijos, y se perpetúe en el recuerdo de todos los presentes como muestra del cariño de una institución que ha recibido tanto amor y tantos servicios de esta admirable mujer.

Enhorabuena Dra. Nancy…       

 

Dr. Ricardo Gil Otaiza

Profesor Titular (J) de la Universidad de Los Andes. Presidente de la Academia de Mérida

               

   

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