Por: Dr. Eleazar Ontiveros Paolini

Desde 1999 en la columna semana que escribíamos en el apreciado diario “Frontera”, sosteníamos que el régimen daba con sistematicidad pasos para destruir la Universidad Autónoma, por representar esta la Institución que por su propia esencia le era adversa a sus pretensiones totalitarias, negadas al estímulo y cultivo de la libertad de pensamiento y a la  incentivación  del fomento de la libertad epistemológica, cultural y social,  y por saber a ciencia cierta, que el carácter inevitablemente crítico de la Universidad, induce a  impugnar las relaciones de poder que de por sí son volubles y requieren adecuaciones y transformaciones permanentes, a lo que se suma hacer del debate  práctica  emancipadora de todo tipo de despotismo.

Se empezó despreciando la planificación universitaria al darle presupuestos que resultaban más que insuficientes para adelantar lo programado, en especial lo concerniente a la investigación, mantenimiento, actualización de equipos, laboratorios, publicaciones, participación en encuentros científicos, adecuación de espacios físicos y programas sociales para el estudiantado. Luego asumieron la cualidad de patronos pagando, por cierto con la mayor irregularidad y extemporaneidad, los pasivos laborales. Queriendo jugar el mismo papel de patronos decidieron que los contratos para becas de profesores se harían con el gobierno y no con la universidad, lo que trajo como consecuencia una irregularidad de tal naturaleza que muchos de los que estudiaban en el exterior, incluso ya por terminar su maestría o su doctorado, se vieron obligados  a regresar sin su título.

Decidieron, aspecto absurdo en la concepción gremial, que los sindicatos universitarios, violentándoles su autonomía, tenían que  hacer sus elecciones internas con el permiso del CNE. Suspendieron las elecciones de autoridades universitarias al querer violentar disposiciones constitucionales, pretendiendo un reglamento electoral adecuado a sus intereses, cuando siempre las elecciones con base en la Autonomía, se hicieron con las  directrices  de reglamentos aprobados por el Consejo Universitario.   

Ahora, vemos con asombro y preocupación que los salarios serán pagados a los universitarios utilizando la llamada Página Patria, lo que representa un gran problema, que a lo mejor muchos no han captado. Efectivamente, nuestra apreciación es la siguiente: si el gobierno cancela por la mencionada página, quiere decir que lo hará pagando el monto total del salario, es decir, sin hacer ningún tipo de descuento.  De esta manera, sin tomar en cuenta los mismos, desaparece el descuento del 6% para Fonprula, el descuento del Montepío, el aporte a Caprof, la cuota mensual al colegio respectivo,  la cuota mensual a APULA,  el aporte a CAMIULA y algunos descuentos de aportes que espontáneamente algunos universitarios hacen  a  organizaciones que les interesa se mantengan funcionando. Claro, hay la posibilidad de que el gobierno en excepcional gesto de comprensión, lo que resultaría muy extraño,  se tome la molestia de hacer los descuentos y enviar los montos a quienes les corresponden, guiándose por lo establecido en cada universidad.

Sin esos descuentos, que eran enviados religiosamente a cada organización, podemos decir que Forprula tendrá que echar mano de su capital hasta que este se agote, pues se sostenía administrativamente con el descuento a los profesores activos; Caprof no recibirá el descuento de los aportes profesorales, al igual que las cajas de los demás gremios, con lo cual fenecerán por consunción; aunque no era de mucha cuantía, el montepío prestaba una ayuda valiosa para afrontar los gastos funerarios de quienes están protegidos por el mismo; lo de CAMIULA es grave y generalizado. Si no les llegan los montos de los descuentos de los beneficiados, ¿con qué podrá mantenerse el servicio, si a la vez con el presupuesto universitario no se puede?   Es decir, habrá organismos sin posibilidades programáticas ciertas y de alguna significación. Solo tendrán presencia sin poder cumplir con sus objetivos; podrían convertirse en simples entelequias.

Y, es de Perogrullo, nadie después de recibir su salario, va a apartar los aportes para remitirlos a cada organización.  Pero, a pesar de tantas bofetadas del régimen, sigamos empeñados en recuperar la universidad que piensa, que critica, que sueña, que no se somete a nada salvo a lo que dicta su esencia, y que no acepta ser minimizada por los gobiernos de turno, obligándolos a atender sus necesidades programáticas,  a mantener su integridad  y a respetar la dignidad del personal que en ella labora.

Dr. Eleazar Ontiveros Paolini. Presidente de la Academia de Mérida


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