Por: Dr. Fortunato González Cruz
Introducción
La pandemia del COVIT-19 somete a prueba la organización social que los humanos nos hemos ido construyendo en miles de años de acumulación de experiencias, y ello incluye a los sistemas políticos desde los mundiales y nacionales hasta los gobiernos de pequeños municipios. En paralelo se ha dado otra especie de pandemia de análisis y reflexiones que se expande por los medios digitales, sobre las diversas gestiones que realizan los gobiernos en todo el mundo y dejan en evidencia sus éxitos y sus fracasos. Es que tal ha sido el impacto planetario de esta calamidad que se puede y se debe mirar con ojo crítico a la política, a los políticos y a los gobiernos sobre cómo han sido sus actuaciones, los impactos en la cotidianidad de las personas, en la economía y por supuesto en la salud, y cuales los resultados que se puedan ver ahora, e indagar sobre el futuro. La política y los políticos están sometidos a prueba en el ámbito planetario.
La política seguirá como un tipo de acción social ocupada de la gestión de los asuntos públicos, los que interesan y afecta a todos. La sociedad creó al Estado para que le garantice un clima de tranquilidad y bienestar que permita que cada quien aproveche y desarrolle sus potencialidades en libertad. Para ello dicta las reglas formales de convivencia que definen lo que no se debe hacer e impone conductas individuales y colectivas. La salud, por ejemplo, es un asunto público y competencia concurrente de los niveles territoriales de gobierno, que se gestiona de acuerdo con el sistema político y jurídico de cada Estado; por lo cual, la calificación de pandemia por la Organización Mundial de la Salud y sus recomendaciones han sido recibidas e interpretadas por la sociedad mundial y los gobiernos, que han tomado decisiones para detener el contagio y combatir la enfermedad, cada cual entendiendo la declaración de la OMS desde sus circunstancias incluso inventando y reinventando.
Las preguntas son obvias: ¿Cómo se llegó a esta catástrofe planetaria? ¿Serán la humanidad y sus gobernantes capaces de leer correctamente las lecciones que se desprenden de estos acontecimientos? ¿Qué resultados ofrece este examen planetario del comportamiento de la sociedad, del funcionamiento del Estado y de sus gobiernos? Algunos reconocidos filósofos se han atrevido a responder las preguntas de periodistas, y los “influencer” adelantan sus opiniones y se atreven a conjeturar unos sobre un
gobierno mundial con más poder para el Estado y más controles para la población; otros, por el contrario, señalan que habrá, o al menos lo desean, más confianza en la sociedad y más gobiernos regionales, provinciales y locales, cada uno atrincherado en su posición con poca disposición para escuchar al otro y menos a la gente que le agobia el ahora y la incertidumbre del porvenir. También están los que planean aprovecharse de las circunstancias y acercar su sardina a las brasas sin importarle los daños que puedan causar. En cualquier caso las decisiones seguirán en cabeza de los políticos: de los que actúan de buena fe y también de los farsantes y malvados. La observación de las actuaciones de los gobiernos produce unas admiración y otras perplejidad y asombro. De allí estas reflexiones que realizo desde mi lugar, con el ánimo de poner otro granito de arena en el campo de la política, desde mi condición de ser racional, libre y desfalleciente, como decía mi profesor de filosofía Lino Rodríguez Arias-Bustamante.
Con este ensayo pretendo contribuir al conocimiento y la comprensión de la política, entendida en el más puro sentido aristotélico, es decir, como una actividad de servicio a la sociedad en su conducción o gobierno. Existen otras visiones que hacen énfasis en el poder, que es la potestad de influir en otras personas para señalarles lo que deben o no hacer. Propongo conciliar ambas líneas de pensamiento y señalar que en la política están los dos elementos o componentes, sólo que el segundo debe estar condicionado al primero, siguiendo a Aristóteles, y a partir de allí a la larga tradición filosófica que sostiene el valor de la persona, de su dignidad, de su libertad y de su responsabilidad. El poder como servicio a la sociedad que es en esencia la política, una preocupación por la casa común, feliz denominación Bergoliana de la tierra. (Laudato si).
Serán necesarias unas consideraciones previas y sencillas sobre lo que se entiende por comunidad, ciudad, sociedad, orden, Estado y algunas otras definiciones para luego entrar de lleno en la acción política. Andar un camino en el que continúo luego de una larga vida, con suaves travesías y lamentables tropiezos, que pueden encender unas luces que lo alumbren para quienes desean transitarlo.
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